EL MUNDO 06/05/14
ARCADI ESPADA
Uno de los misterios mediáticos españoles más inextricables, y más irritantes, es el protagonismo de los capellanes. Ahora mismo, las cinco de la tarde de un hermoso día de primavera, todas las webs noticiosas amanecen de la siesta con la noticia, destacada, del sermón del párroco de Canena, un lugar de Jaén de dos mil habitantes que hasta el momento destacaba por su extraordinario aceite. Este domingo el capellán amenizó la festividad a sus feligreses contándoles que en el pasado los hombres se emborrachaban y pegaban a sus mujeres, pero no las mataban, porque había moral y estaba Cristo. Pero que hoy, en una sociedad sin principios, bla, bla, bla.
Bla, bla, bla, pero está en todos los periódicos ¡e incluso en esta columna! La situación es comparable a que el defensa central del Canena Fútbol Club declarara que este jugador Cristiano Ronaldo es pésimo, y su diagnóstico apareciera de golpe en lo más alto de los periódicos. Yo creo que los gurugús de internet tienen razón cuando acusan a los periodistas de no saber utilizar las redes sociales. ¡Naturalmente! Los periodistas deberían dejar que las redes sociales procesaran la basura en régimen de monopolio, y que sobre ese estiércol los periódicos plantaran cada día mil flores. Entre ellas debería estar la rara y necesaria de la contraintuición. El éxito mediático del capellán de Canena (y del economista Thomas Piketty) se basa también en el mecanismo psicológico por el que los hombres consideran que todo tiempo pasado fue mejor. Cualquier exposicion fáctica que les demuestre lo contrario se convierte en contraintuitiva y va cuesta arriba. Lo intuitivo es sostener que la tierra es plana, y a esa intuición descabellada se rinde cada día el discurso mediático.
Ahora bien. Más estupefaciente y drogada que la actitud de los periódicos son los comentarios que ha empezado a generar entre el ambiente básicamente femenino el diagnóstico del capellán. Debe de ser que en España ya no puede pronunciarse sin peligro la palabra mujer. Porque el capellán de Canena y ciertos lobbies de mujeres coinciden en lo esencial, que es el desprecio a los hechos. Da igual que el caso se atribuya a la ausencia de dios o a la cultura patriarcal: lo importante es que el uno y las otras falsean la evidencia de que el crimen de pareja desciende en España (hablando en series estadísticas minímamente serias) y que las cifras están lejos de teñir esa lacra de alguna característica racial, ibérica. Ese crimen es nórdico y disminuye. A pesar de la ausencia de Dios y del Padre.