Luis Ventoso-ABC

  • Original decisión del partido de Abascal, agradecida por Carmen Calvo

El reparto de los fondos europeos que planea Sánchez merece auténtica admiración, pues hace siete días logró un milagro político: poner a casi todo el mundo de acuerdo contra él. En una reunión de las comunidades con nuestra dicharachera ministra de Hacienda, el plan fue rechazado por todas las del PP, pero también por los socialistas de Valencia y Castilla-La Mancha y por los nacionalistas de Cataluña y el País Vasco. Todos hablaron de «oscurantismo» y reclamaron que se les escuchase. Feijóo, único político europeo en activo que suma cuatro mayorías absolutas consecutivas, ha sido aún más claro: «Siempre gana Cataluña y perdemos los mismos. A algunas comunidades les toca el gordo y a otras nos ha tocado pagar el gordo», señaló en alusión a que Sánchez utilizará el oxígeno europeo de modo arbitrario, primando a quienes lo sostienen.

Ayer, en el debate parlamentario del decreto de reparto de las ayudas europeas, se escucharon críticas muy duras. Elvira Rodríguez, experta económica del PP, denunció «discrecionalidad, falta de transparencia y concentración de las decisiones; un cóctel letal para el clientelismo y la corrupción». Cs manifestó que no admitirá «otro Plan E». Vox habló de «la mayor red clientelar de la historia de España, el camino más corto a la corrupción». ERC, que tenía que hacerse notar en el arranque de la campaña catalana, anunció que esta vez votaría contra su socio Sánchez. Sudor frío en la bancada socialista. Rictus de máxima irritación de Carmen Calvo. El Gobierno se arriesgaba a su primera derrota sonada en el Congreso. Un resbalón parlamentario en idéntica materia le costó la dimisión a Conte en Italia. Por fortuna, dos partidos salieron al rescate de nuestro Ejecutivo progresista para todas y todos: Bildu, que votó sí, y Vox, que anunció su abstención.

El partido de Abascal, que tacha al Gobierno de Sánchez de «ilegítimo y criminal», que sistemáticamente ha votado «no» a todas sus propuestas, que acababa de denunciar el plan como una abominable «red clientelar», sorprendió salvándolo. Su argumento fue que «hay que empezar ya», que hay que permitir que el dinero llegue a autónomos y trabajadores (aunque sea, según ellos, a lomos de la corrupción). Sin citarlos, pero de manera obvia, Carmen Calvo les agradeció «muy especialmente» su ayuda.

El razonamiento de Vox parece frágil. Los fondos no van a empezar a llegar hasta mediados de este año. Había tiempo para forzar un decreto de reparto más claro y ecuánime. Además, una derrota parlamentaria de Sánchez en esta materia habría alertado a Bruselas sobre sus enredos clientelares y le exigiría juego limpio. ¿Qué ha pasado? Pues que Vox es un fenómeno populista, que necesita los titulares como el comer. Prefieren incurrir en lo excéntrico antes que pasar desapercibidos. El show esta vez es de riesgo. Poner su sello verde a los manejos peronistas del Gobierno de PSOE y Podemos puede pasarles factura. Abascal salvando a Sánchez de la mano con Bildu. Foto difícil de vender