Cara a cara

  Santiago González-El Mundo

ME VAN a perdonar que me repita, pero es inevitable después del cara a cara que mantuvieron en ‘Salvados’ Inés Arrimadas y Martita Rovira, moderadas por Jordi Évole, o como decía con atinado trino Pastrana: «Muy interesante el debate de anoche entre Arrimadas y Évole, moderado por Marta Rovira». Tenía yo escrito hace dos semanas que si estuviera censado en Cataluña votaría a Inés Arrimadas y explicaba las razones: por descarte y en legítima defensa. 

La cosa no empezó bien. El moderador les hizo unas preguntas previas. «¿Cuál es la tasa de paro en Cataluña?». Y al primer tapón, zurrapas. «En torno a un 19-20%», respondió Arrimadas. A su contraria debió de parecerle que estaba muy puesta y dijo: «Estoy de acuerdo, pero la economía catalana tiene indicadores muy positivos». «Es el 12,5%», aclaró el periodista, que también hizo su aportación al conjugar un subjuntivo: «si se produciese», mientras Inés hablaba de «recopilar más impuestos», por recaudar, y Marta denunció «el feminicidio» como «una chacra», voz quechúa que significa granja o alquería, y no «lacra», como ella parecía creer. 

Feminicidios, dijo Martita, aunque esto no se lo debería tener en cuenta, porque se lo he leído a periodistas de cierto prestigio. ¡Hasta la RAE incurre! El prefijo no viene de ‘homo, hominis’, hombre en latín, sino del griego ‘homós’, que quiere decir ‘igual’. ‘Homogéneo’ quiere decir del mismo género, no del género masculino, ni del género tonto aunque muchos (y muchas) lo parezcan. ‘Homosexual’ es quien manifiesta preferencias por personas de su mismo sexo. O sexa. Las lesbianas no son femisexuales y homicida es el que mata a un semejante, no específicamente a un hombre. 

A partir de ahí, Inés barrió a su adversaria y al moderador ‘servant’, a quien no pudo aclarar la diferencia entre llamar a alguien «golpista» y «fascista», descalificarlo por lo que hace o por lo que es, distingo que a él no le pareció relevante. «Ah, el nacionalismo español no existe», dijo con su puntito irónico cuando Inés negó su condición de tal y le sacó la prueba definitiva: una foto en la que ella vestía la camiseta de la Selección Española, animando a la Roja durante un partido. Y todo en este plan. Una conclusión: el nacionalismo es de paletos. Y se contagia. Sí, yo votaría a Inés.