Eduardo Uriarte, 22/3/12
Me dejasteis muy preocupado por la manifestación emotiva que ofrecisteis el lunes pasado declarando con toda firmeza y rotundidad de que ETA ha ganado la partida. Es cierto que parcialmente podríais contemplarlo así, pero tal rotundidad os puede llevar a confundir la parte con el todo, y lo que es peor, asumiendo que todo está perdido ser incapaces de indagar sobre las opiniones de otros al respecto, e incluso, pues todo está perdido, dejar de buscar una salida. Me parecía descubrir en vosotros una vieja tradición ultramontana adoradora de lo peor y de fundamento conspirativo, como si lo ocurrido recientemente en la política vasca fuera la obra de un gran conspirador (el Gran Demiurgo lo llamaban los nazis) que acabase dando la incuestionable victoria a los de ETA. Lo más terrible es que sobre vuestra posición, convertida en lamento, se afinca realmente la aceptación de vuestra propia derrota, pues tampoco creéis en una reacción agresiva, que es a lo que va dirigida toda elucubración basada en la conspiración perfecta.
En mi opinión, por el contrario, creo que todo lo ocurrido recientemente es porque ETA ha sido derrotada y que incluso el protagonismo adquirido por su brazo político es debido a este hecho. Porque si a ETA le hubiera quedado un hálito de vida sus serviles comparsas no se hubieran atrevido a dar los tímidos e insuficientes pasos, engrandecidos por el PSOE, el PNV y buena parte de la prensa, que le han posibilitado un llamativo éxito electoral. Pero este éxito, repito, se debe en gran medida a la receptiva y propagandística actitud de esos agentes externos, prensa incluida, que, como vosotros, no han querido darla por muerta, y no tanto a la reconversión etarra realizada desde su propio mundo para sobrevivir. Yo dirigiría más mi preocupación hacia un PSOE en plena deriva izquierdista poco sensible a hacer saltar el necesario consenso democrático y constitucional, origen, creo, del éxito de Bildu/Amaiur.
Era muy previsible el final de ETA tras el 11S y el constanteacoso policial padecido desde los inicios de la pasada década, por lo que Batasuna tenía que arbitrar necesariamente un procedimiento y consiguiente discurso para saltar a un estadio sin ETA, pero sin la merma absoluta que su ausencia pudiera producir, pues tal final podría inducir a la asunción del fracaso por parte de sus bases. Hazaña realmente compleja y difícil si no hubiese contado con la enorme colaboración de un PSOE, PNV y un sector de la prensa que ya colaboraban desde los encuentros de Loiola. Y mediante este apoyo que ha ofrecido credibilidad y respetabilidad a las propuestas de los radicales, además de solventar el obstáculo legal que suponía el Tribunal Supremo, han podido dar el salto a una nueva etapa para ellos, pues aparecen huérfanos del terrorismo por primera vez en su historia, y no, como vocea el lehendakari, para toda la sociedad, pues para ésta la nueva etapa sólo surgirá cuando condene el terrorismo y por este medio lo aleje de su seno.
ETA ha sido derrotada, pero la razón de que no lo parezca es el comportamiento de los padrinos de la operación, confundiendo el PNV y el PSOE para que esta derrota no apareciera manifiesta. El primero porque sigue creyendo desde el Pacto de Estella que un fin traumático de ETA arrastraría el del todo el nacionalismo y el PSOE porque sigue tozudamente aferrado al guión de Eguiguren de atraer al nacionalismo radical para un proceso de profunda transformación constitucional y creacción de una izquierda imbatible. Ambos influyeron para que el Tribunal Constitucional legalizara a Bildu convirtiendo este singular acto en el primer y fundamental hito para olvidar el pasado, pues no le exigieron a Bildu la condena del pasado de ETA.
Comparto con vosotros la opinión de que esta sentencia constituye un grave atentado a la necesidad de memoria y condena del terror que facilitara el cierre bien cicatrizado del pasado, puesto que el TC haya obviado cualquier condena moral de ETA puede cangrenar todo el sistema democrático español. Reconozco y comparto vuestra indignación ante una legalización que supone prescindir del pasado y liquidar la Ley de Partidos y la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Pero esto no supone que no se haya derrotado a ETA, lo que indica es que los partidos y el Gobierno saliente no han sido capaces de gestionar su derrota hasta tal punto que hoy compartamos la opinión de que la derrota policial se le puede convertir en victoria política si se sigue por los mismos derroteros. Los partidos no son capaces de gestionar convenientemente su derrota. ¿Por qué?.
Eguiguren partió en su empeño de evitar el terrorismo de ETA desde una premisa falsa, premisa compartida con el nacionalismo, consistente en la imbatibilidad policial de la banda, adoptando como la única vía para su desaparición la de la negociación política, admitiendo la concesión de reivindicaciones políticas que incluso pudieran superar el marco constitucional (quizás porque personalmente estuviera interesado en dichas reformas utilizando la pacificación como coartada). Desde este punto de partida se tiró siete años entre conversaciones y negociaciones, generosas con ETA hasta la temeridad, que fracasaron por causa de ETA con el atentado de la T4 y su postura cerrada en Ginebra con posterioridad al atentado, pero que le permitió a Batasuna descubrir el arco de triunfo que se le estaba ofreciendo por parte del Gobierno, en vez de una salida de emergencia, en caso de necesidad.
Pero héteme aquí que lo que se produce, gracias a la Guardia Civil y a la colaboración francesa (y tiene que ver el último asesinato en la persona del gendarme francés), es la desaparición de ETA, de su actividad terrorista, mediante las consecutivas detenciones de sus jefes y comandos. Vacío que permite la toma de la dirección por los sucesores de Batasuna pero que deja al PSOE sin el protagonista de la foto triunfal que llevarse al álbum, sin final que capitalizar, sin gloria que reclamar porque el sujeto que la otorgaba ha desaparecido. Y, entonces, por miedo al ridículo, aunque ETA haya declarado el fin de la violencia (y sin violencia no existe), actúa como si exisitiese, con actos a favor de la paz, presentándose públicamente ofreciendo más concesiones que antes, como si ETA estuviera activa, acercamiento de presos, alivio de condenas, excarcelamiento de Otegi, explicita solicitud de legalización de Sortu… Es decir necesita que ETA, o la sombra de su cadáver, perviva, para evitar el ridículo realizado, pues la solución a ETA estaba en su derrota y sólo queda confirmarlo. Y ni el PNV ni el PSOE, y mucho menos Bildu/Amaiur, lo van a hacer porque la necesitan. Tantos encuentros negociadores, concesiones, e iniciativas para el final de una ETA “finalizada” realizadas en coincidencia no sirven más que para su propio éxito particular, el de Amaiur, PNV y PSOE. Y sin embargo no tiene sentido seguir pactando con un cadáver, salvo que de ello se deseen sacar determinados beneficios partidistas, y por conseguirlo, haciendo daño al que hoy gobierna. Y en esa necesidad de ETA sean capaces de resucitarla.
Lo preocupante del caso es que el PP padece en ocasiones la tentación de sumarse a esta dinámica de disimulos por no quedarse solo ante la derrota de ETA. Existen momentos en que se acerca a las pautas marcadas por el resto de los partidos, incluida Bildu/Amaiur, azuzado también por ese pragmatismo que anima a los partidos y a los gobiernos a intentar resolver un problema de la manera más cómoda para dejarlo enquistado y que vuelva periódicamente a renacer. Se cree los aspavientos del PSOE respecto a ETA y no se detiene en reflexionar ante la posibilidad de una gran farsa por miedo a mantener una política en solitario. Parece dudar de la política hacia la consecución de la derrota de ETA, que ejerció en la última legislatura de Aznar y estando en la oposición, quizás aterrorizado ante la posibilidad de un rebrote de violencia que le sea achacado a su responsabilidad por parte de los menos responsables PNV y PSOE, bajo la acusación de no atender las demandas del mundo radical. Responsabilidad de la vuelta del terror que sería utilizada por todos los partidos a excepción de UPyD. Quizás, en esto también, tenga el PP que aceptar que ha recibido la mayoría absoluta para actuar con decisión en soledad.
Debo admitir que vuestro posicionamiento está justificado por estos primeros pasos titubeantes del PP que no le ha permitido declarar que toda la argumentación que se está haciendo alrededor de ETA es falsa, que el rey ha muerto, y aún a riesgo de algún bastardo desmandado, la gestión política del final de ETA puede ser una tarea gratificante si realmente lo que se asume es eso, su final. Así que hasta el lunes que viene donde volveremos a discutir.
Eduardo Uriarte, 22/3/12