Joaquín Leguina-ABC Publicado el 9,5, 2021
- Os habéis dejado invadir por movimientos particularistas, identitarios y supremacistas. Cuando habláis de inclusión, lo que estáis demandando es la exclusión del otro; cuando os reclamáis del pluralismo, lo que buscáis es eliminar lo que es común a los españoles. Son esas políticas y no Nicolás Redondo o yo las que han hecho que una inmensa mayoría de los madrileños te hayan abandonado, y ni Redondo ni yo tenemos absolutamente ninguna responsabilidad en lo ocurrido
Pedro: Me entero a través de los medios de comunicación de que quieres abrir contra Nicolás Redondo y contra mí un expediente con la intención de expulsarnos del PSOE. Por lo visto, somos responsables de la mayor derrota sufrida por el socialismo en Madrid. Pues bien, el mayor responsable de haber llevado al socialismo madrileño al agujero no es otro que tú, que has dirigido con mano de hierro este partido, convirtiendo a José Manuel Franco y a Ángel Gabilondo en marionetas a tu servicio y haciéndolos dimitir inmediatamente -como si fueran los responsables de la debacle- y, mientras, tú te quitas de en medio.
La campaña electoral fue, en verdad, un disparate, consistente en combatir a un imaginario fascismo que os ha llevado a veros superados por un partido nuevo como Más Madrid, con muy escaso arraigo social. ¿Cómo es posible que eso haya ocurrido? Sois vosotros quienes deberíais contestar a esa pregunta.
Pero más allá de la desastrosa campaña, la causa es la política que has llevado a cabo desde que metiste en el Gobierno a Pablo Iglesias (de quien dijiste unos días antes que no podrías dormir con él en el Gobierno), quien desde el cargo de vicepresidente no hizo más que enredar y descalificar, desde los jueces hasta el Rey, pasando por varios notables periodistas.
Pero lo más grave, a mi juicio, es tu continuo tacto de codos con los separatistas catalanes y vascos, que son, sin duda, enemigos de España y de nuestra Constitución.
Como parece que se te han olvidado algunos artículos de esa Constitución, me tomo la libertad de recordártelos, empezando por el 1.3:
1.3. La forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria.
Este artículo 1, junto con el 2, del Título Preliminar, es la base de la democracia, que nació con la Constitución en 1978. Su enunciado es muy breve y no deja lugar a interpretaciones. Pero es uno de los artículos que Podemos tiene en el punto de mira. Para atacarlo, cualquier pretexto es válido. El partido liderado por el vicepresidente segundo de tu Gobierno se empleó a fondo para proyectar su trasnochado republicanismo. Pero sigamos.
Artículo 2. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
En el artículo 1.1 queda establecido que el sujeto de la soberanía nacional es el pueblo español, integrante de una nación «indivisible». Pero Podemos os ha impuesto el concepto de plurinacionalidad junto con el derecho de autodeterminación. Naciones Unidas solo reconoce el principio de autodeterminación para los territorios sujetos a colonización y ninguno de los países europeos lo contemplan en sus Constituciones. Tan solo lo propugnan los partidos secesionistas, aliados de tu Gobierno, por intercesión de Pablo Iglesias, quien se jacta de haberlos instalado en la «dirección del Estado». Una afirmación perturbadora, si pensamos que su objetivo es acabar con la unidad de España.
Artículo 3.1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
Todos los proyectos de inmersión en las lenguas cooficiales en contra de la enseñanza y del uso del español han sido aceptados por tu Gobierno sin mayor resistencia, como parte de las cesiones para lograr el apoyo de los separatistas, y así está recogido en la ley educativa de Celaá. Malos tiempos, pues, para el artículo 3.1. de la Constitución.
Estáis acercando a los asesinos de ETA al País Vasco para que luego el gobierno vasco los saque a las calles y, mientras, los sediciosos catalanes esperan de tu magnanimidad un indulto o lo que sea que les saque de la cárcel, para ponerse a repetir la jugada (así lo han dicho ellos).
A todos estos desvaríos se debe el rechazo que has recibido de los madrileños el pasado 4 de mayo. A estos hechos y a otros movimientos políticos no menos preocupantes, como la tentativa de invasión de la Judicatura. Has intentado -y a veces lo has conseguido- saltarte la opinión de todas las instituciones que ejercen de contrapesos, tan necesarios en cualquier democracia, como el Consejo de Estado o el Comité de Bioética (cuya opinión es imprescindible en una ley como la de eutanasia).
Os habéis dejado invadir por movimientos particularistas, identitarios y supremacistas. Así, cuando habláis de inclusión, lo que estáis demandando es la exclusión del otro; o cuando os reclamáis del pluralismo, lo que buscáis es eliminar lo que es común a los españoles. Cuando dices, por ejemplo, a propósito de otorgar indultos a los separatistas catalanes, que hay que «aliviar tensiones» mientes, pues las leyes empujadas desde el Gobierno (la de educación o la de eutanasia) no buscaban otra cosa que el enfrentamiento.
Estas invasiones no solo han ocultado a la opinión pública los más graves problemas que soporta la sociedad española (antes y durante la pandemia), como son la mala distribución de la renta, el paro insoportable o los pésimos niveles que registran los índices educativos internacionales. O cosas tan elementales como que mientras que el peso de los salarios en el PIB no alcanza el 45 por ciento, a la hora de pagar el IRPF son las rentas salariales las que aportan el 90 por ciento de la recaudación.
Un concepto como el ‘heteropatriarcado’ ocupa en los discursos del Gobierno mucho más espacio mediático que el mal reparto de la riqueza y de las rentas, cuando en realidad ese invento del heteropatriarcado (usado sin medida ni clemencia por el feminismo ‘moderno’), con el cual se pretende explicar la compleja relación entre hombres y mujeres, no explica nada.
En fin, habéis impuesto una ley de educación sin escuchar ni a los profesores ni a los padres de los alumnos, y la habéis sacado adelante sin admitir una sola enmienda.
Son esas políticas y no Nicolás Redondo o yo las que han hecho que una inmensa mayoría de los madrileños, antiguos votantes del PSOE, te hayan abandonado, y ni Redondo ni yo tenemos absolutamente ninguna responsabilidad en lo ocurrido.