Angel Collado-El Confidencial
Rivera presume de no hablar con el de Vox y está dispuesto a entrar en todas las instituciones con sus votos, pero haciendo como si sus diputados y concejales no existieran
El Partido Popular entra en la negociación con Ciudadanos y Vox para el posible reparto de poder en 5 autonomías (Madrid, Castilla y León, Murcia, Aragón y Canarias) y 23 ayuntamientos de capitales de provincia hecho a la idea de que Pablo Casado tendrá que hacer de puente entre sus inevitables socios: Albert Rivera y Santiago Abascal. El presidente de Cs presume de que no se habla con el de Vox y está dispuesto a entrar en todas las instituciones con sus votos, pero haciendo como si sus diputados y concejales no existieran.
En el PP ven tan agobiado en la tarea del disimulo a Rivera que no quieren confirmar ni sus posibles conversaciones previas con Casado, aunque reconozcan las mantenidas por su jefe con Abascal, por teléfono e interrumpidas por los niños porque ambos estaban en su casa. Así lo contó el líder de Vox.
«Suponemos que también pueden haber hablado en privado, pero no lo dicen». Es lo que comentan fuentes populares con la anécdota de la semana pasada añadida: Casado y Rivera coincidieron en un mismo avión y el de Ciudadanos logró incluso evitar el saludo en público al jefe de la oposición. Eso no quitó que pocas horas después los números dos de cada formación, Teodoro García Egea y José Manuel Villegas, mantuvieran su primera entrevista para los acuerdos poselectorales como si sus respectivos jefes sí hubieran conversado previamente.
Y al mismo tiempo que nombran todo un «comité para la gobernabilidad» de 15 miembros en el ámbito nacional, más uno por cada autonomía en juego, las fuentes del PP apuntan que el esquema general de la negociación es el mismo en toda España (optar a todo donde quedaron primeros) y que quien tendrá que decidir será el aspirante en cada institución con el visto bueno posterior de su presidente.
Como ocurrió en Andalucía para hacer presidente de la Junta a Juan Manuel Moreno, con la misma actitud displicente y al tiempo interesada de los riveristas, pero con los de Abascal empeñados esta vez en tener más presencia pública, la clave final estará en la intervención de los presidentes de los tres partidos. Y con Casado de eje una vez más.
El presidente de los populares necesita retener a toda costa el poder autonómico heredado (más la alcaldía de la capital) para asentarse en el cargo; el de Cs, ganar tiempo y entrar en las instituciones ante su reiterado fiasco en el objetivo de suplir al PP, y el de Vox hacerse un hueco en el sistema después de quedarse muy lejos de sus propias expectativas en los comicios. Esas son las premisas de fondo con que empiezan a partir de este lunes las conversaciones sobre unos pactos que los tres grupos reconocen inevitables por muchos amagos de ruptura que vayan a registrarse en los próximos días.
«Como en Andalucía, habrá al final un acuerdo general que podrá apoyar Vox» y «se trata de pactar programas concretos primero y fijar cuotas de cargos después porque a nadie le conviene quedarse fuera y nadie querrá ser responsable de la continuidad o de la irrupción de la izquierda en ninguna institución», repiten los populares confiados.
García Egea y Villegas ya recorrieron el mismo camino hace seis meses en la tutela nacional del acuerdo en Andalucía: 91 puntos para un programa de gobierno, presidencia de la Cámara para Cs y del ejecutivo autonómico compartido con Moreno al frente. Casado habló con Rivera y convenció a Abascal. Ahora todo se complica, pero tienen las bazas de las alcaldías en el aire en cada autonomía para mayor margen de maniobra.
Abascal ha relevado a su negociador principal de entonces, Javier Ortega Smith, para encargar la misión de hablar con Teodoro García a su recién nombrado portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros. El representante de Vox para estos pactos se presentó en el Congreso con más cintura y facilidad de trato que el anterior aunque deje claro que su partido exigirá más protagonismo que en Andalucía.
El representante de Vox para estos pactos se presentó en el Congreso con más cintura, aunque deje claro que su partido exigirá más protagonismo
Antes de entrar en materia, en el PP se muestran optimistas y reiteran que aspiran a presidir todas las comunidades autónomas (ejecutivos) y las principales alcaldías en que quedaron por delante sus previsibles aliados. La dirección del partido descarta los «cambios de cromos» entre distintos ámbitos regionales y pregunta, ante las primeras especulaciones sobre ese tipo de maniobras, cómo podrían desde Génova decir al PP de Castilla y León o al de Murcia que apoyaran a un candidato de Cs a esas presidencias a cambio de garantizarse la Comunidad de Madrid y/o el ayuntamiento de la capital.
El candidato de los populares, Alfonso Fernández Mañueco, obtuvo en las urnas el doble de votos que el de Cs y Fernando López Miras, el triple. Y tampoco se acaban de creer que Rivera entregue esas instituciones al PSOE de Pedro Sánchez con el respaldo de un electorado procedente del propio PP y, por lo tanto, nada proclive a los socialistas.