- Ruido de puñales en Génova tras el 13-F. Gane quien gane, resucitarán las viejas batallas, los pulsos enquistados. La cúpula del PP contra el fortín de Sol
Se masca la degollina en Génova. Después de las urnas, la guadaña. Se afilan ya los cuchillos, se ultiman las estrategias. Algunas llevan meses en marcha a la espera del momento. «Todas las cosas tienen su hora, incluso las buenas», según Catón. Lo que ocurra este domingo provocará un severo movimiento de piezas en el PP. Se registrarán algunas bajas, rodarán cabezas. Está por ver de qué lado. Pero habrá consecuencias.
Temblores en el cuartel general de Alfonso F. Mañueco. Le empujaron a adelantar los comicios y parece arrepentido. Arrancó la campaña con la mayoría absoluta casi en el bolsillo. Un exceso de confianza que impulsó el secretario general Teodoro G. Egea para animar a un votante entre displicente y amuermado. «Estábamos agobiados con la pandemia y estos nos ponen elecciones», decía un paisano en una emisora local. La encuesta del CIS invirtió esa tendencia hacia la victoria. Tezanos usa el instituto como un arma de prescripción masiva. La realidad termina por imitar sus sondeos. El PSOE estaba muertito y, de pronto, resucitó. El chef tramposo de la cocina demoscópica de Sánchez obró el milagro. El PP, ayudado por una campaña torpe e insípida, daba muestras de aflojar. Cinco o seis puntos de caída. Cuesta a bajo en la rodada que decía el tango. Llegó luego José María Aznar, humilde y oportuno, y dio un empujón al derrumbe. Los debates de la tele no ayudaron. El primero lo ganó Igea, el candidato de Cs, combatiendo desde su habitación de la pandemia. El segundo fue un empate de adormidera.
Subía Vox, con un candidato pietierno e ignoto y una campaña de plazas llenas. Aguantaba el PSOE, volcado ya Sánchez, hasta entonces oculto, en un frenesí mitinero. Hasta Zapatero trocó su terreno de juego y trampas de Caracas a León. Todos a una. En el PSOE lo veían posible. Casi 35 años después, la vieja Castilla podía cambiar de color.
Donde Mañueco dan por hecho los 35, confían en 37 y sueñan con 39. En cualquier caso, siempre una suma superior a la izquierda al completo
Está todo en el aire. Temerosos hasta de lo que imaginan, los candidatos ahora miran al cielo. Si llueve, que parece que sí, mejor para le izquierda. Si la gente se moviliza (más de 700.000 votos antes de las 14,00 horas) mejor para el PP. Los sondeos bailan como alocadas peonzas entre las horquillas. Trascienden datos clandestinos que avalan al PSOE y preocupan al PP. Donde Mañueco dan por hecho los 35, confían en 37 y sueñan con 39. En cualquier caso, aún sin alcanzar los 41 de la absoluta, sí lo suficiente para sumar más que la izquierda al completo. O sea, a la madrileña. No podrá entonces Vox, aunque supere la decena, reclamar un puesto en el Gobierno. Caso de que esa sea su intención, que así parece.
El paisaje después de la batalla, se colmará de lanzas y degüellos. Si Mañueco no renueva -algo impensable- y el PP pierde uno de sus más simbólicos castillos (junto a Madrid y Galicia), entonces Egea, muñidor del tingladillo, deberá irse. Lo reclamarán los barones, que apenas le aprecian ni le valoran. Saltará el fusible. Casado salvará el cuello pero quedará tocado.
Casado sabe que una coalición por su derecha le hundirá en Andalucía y le sentenciará en las generales. Terremoto en media España y reproches severos desde Europa
Si Mañueco gana por la mínima, pongamos 30 o 31 escaños, y Vox, con 12 o 13 procuradores, exige sillones, habrá problemas. La opción del ‘no’ a Abascal y convocar de nuevo a las urnas se ha contemplado y se contempla. Casado sabe que una coalición por su derecha le hundirá en Andalucía y le sentenciará en las generales. Terremoto en media España y reproches severos desde Europa. Repetir las elecciones, piensan en Génova, castigaría a Vox. No está claro. En la austera y conservadora CyL, donde nunca se celebraron elecciones por libre, tales artificios ni se imaginan.
En ambos casos, derrota o victoria por la mínima, los jefes de Génova emergerán malheridos a escasos cuatro meses del Congreso Nacional, que toca antes del verano. ¿Quién sabe si algún presidente andaluz no amague con dar un paso al frente?. Cábalas, de las que ya se habla. Hipótesis que algunos manejan.
Si gana Mañueco y logra gobernar en solitario (con 35 le basta) entonces serán Casado y Teo quienes, ebrios de victoria, agarrarán la cimitarra y se lanzarán a culminar la batalla que dejaron dormida. Esto es, a por Isabel García Ayuso. La lideresa madrileña aparcó sus exigencias de adelantar la fecha del congreso regional, en el que aspira a ser investida presidenta. Un triunfo inapelable en CyL desenterrará las hostilidades y Génova irá a por todas contra la rebelde. El plan está ya diseñado. El ciclo mágico de «Casado a la Moncloa» se pondrá de nuevo en marcha. Tras la victoria en Valladolid vendrá la de Andalucía, de ahí al éxito en las municipales del 23 y, finalmente, retorno al poder en las generales de 2024. Un hermoso cuentito de la lechera en una tierra en la que la gente del lácteo anda cabreada y no está para fábulas.