HERMANN TERTSCH – ABC – 14/08/15
· El torero francés tiene razón. No son los toros, es la libertad lo que quieren abolir.
«El problema (…) es que está mal visto decirlo. Pero o se acaba el tiempo de la vergüenza o se acabará el nuestro. Y primero cercenarán nuestra libertad, y después seguirán muchas otras». En una semana aciaga, repleta de terribles noticias, crímenes nefandos y política ridícula y demoledora a un tiempo; en el marco de la vulgaridad insufrible de la actualidad española, surgía como espectacular e inverosímil brote de frescura, dignidad e inteligencia en la desolación de un páramo, una carta de un torero. Es un escrito abierto del matador francés Sebastián Castella en defensa de la tauromaquia. Pero es sobre todo un claro, profundo y firme alegato en defensa de la libertad y en especial en defensa de la libertad de los españoles.
Ha tenido que ser un torero francés el que trajera el coraje y las palabras españolas adecuadas, ajustadas, perfectas, para denunciar lo que sucede en España ante la indolencia y pasividad culpable de sus autoridades, la cobarde inhibición de las élites y la miserable complicidad de supuestas fuerzas democráticas y tantos medios de comunicación voceros de los totalitarios. Ha sido Sebastián Castella el que ha roto con la tradición de los cobardes lamentos y quejidos lastimeros tan propios del mundo del toro y casi todos los mundos españoles actuales, y ha elevado el tono hasta la digna exigencia de respeto al honor y al derecho propio, pero también de todos los españoles. Como un pastor Martin Niemöller en esta España débil y acobardada en la que los extremistas totalitarios creen llegada su hora triunfal y los ciudadanos que quieren ejercer sus libertades no tienen quien les defienda, Castella advierte que quienes callen ante el acoso y la destrucción de las libertades de unos, pronto verán como los mismos arrasan las suyas. Serán cómplices y víctimas a un tiempo.
«Cada día presencio con estupor cómo se vulneran derechos fundamentales que, como ciudadano europeo, me corresponden», dice Castella. «Aquellos que estamos en el mundo del toro, como profesionales o como aficionados, somos ciudadanos de segunda, a quienes se nos cercena nuestra libertad de expresión y creación artística en nombre de una presunta corriente animalista que no encierra más que una persecución política e ideológica. Se vulnera nuestro derecho al honor acusándonos día tras día de asesinos y se nos priva de nuestro derecho al trabajo cerrando plazas por capricho de quienes, enarbolando la supuesta bandera de la progresía, se creen en el derecho de arrebatarle la libertad a un pueblo que necesita gobernantes que gobiernen por y para todos, incluidos los que les gustan los toros, que somos unos cuantos millones en toda España».
Ayer los donostiarras recuperaron la libertad de acudir a ver los toros. Con la presencia del Rey Juan Carlos, largamente aplaudido. La recuperaron parcialmente, porque desde días antes el anuncio de manifestaciones disuadía a muchos de acudir «para no dejarse ver», «por no significarse», «por evitar líos». La maquinaria intimidatoria del extremismo funciona. Aunque después fueran muy pocos los que insultaban y hubieran agredido a los asistentes de no haber sido muy nutrida la presencia policial. El discurso de la supremacía moral de la izquierda que otorga práctica impunidad a sus agresiones es eficaz ya en toda España. Y la gente tiene miedo. Como bien dice Castella, los españoles no luchan contra quienes quieren cercenar sus libertades. Y ponen esas excusas que han hecho de los españoles uno de los pueblos con más miedos de Europa. Grupos cada vez más extremistas del izquierdismo, del separatismo, del animalismo y de lo que haga falta, creen poder aprovechar este momento para imponerse definitivamente en España y acabar con la sociedad libre. Castella tiene razón. No son los toros, es la libertad lo que quieren abolir.
HERMANN TERTSCH – ABC – 14/08/15