Jon Juaristi-ABC

  • ¿Qué hace un chulo? Castiga. O sea, que Sánchez se puso a castigar sin más dilación

Voy a montarme una Oficina del Español, a ver si puedo ayudar a que se entienda lo de los cambios ministeriales, una vez pasado el primer tsunami del verano. Yo creo que todo comenzó con ‘Garzón’ y lo de la carne de vacuno. Garzón es una palabra curiosa. Como el francés ‘garçon’, viene del vasco ‘garzea’ (‘mozo’), origen asimismo del apellido García. Pero, en nuestro Siglo de Oro, ‘garzón’ podía tener otro significado, relacionado con el sexo venal (Góngora lo usa a veces en ese sentido, y la RAE recoge, como acepción en desuso, la de «joven disoluto»).

Lo estupendo fue la reacción de Sánchez, oponiendo a la diatriba vegana de Garzón el elogio del chuletón imbatible. A mi juicio, hablaba de sí mismo. Un chuletón de buey puede ser comestible o apetecible, pero nunca imbatible. Sólo si se toma ‘chuletón’ como aumentativo del castizo chuleta (‘chulo, rufián’) se entiende lo de imbatible. Sánchez se estaba autodefiniendo como el Chuletón Imbatible frente a un ya acoquinado Garzón. Lo de Chuletón Imbatible es nombre adecuado para un superhéroe español, más que Superlópez o Capitán Calzoncillos. Las palabras de Sánchez revelaban así su identidad secreta. Sánchez es al Chuletón Imbatible lo que Clark Kent a Supermán Chorizo con Pan.

Para demostrarlo, Sánchez se puso inmediatamente en acción. ¿Qué hace un chulo? Castiga. Recuérdese el chotis de ‘Las Leandras’: «Pichi es el chulo que castiga». De modo que el Chuletón Imbatible se lanzó a castigar, sin más dilación.

Ahora bien, ‘castigar’ tiene en español varias acepciones. La más extendida es la de imponer una pena a quien ha cometido delito, errores, o ha desobedecido a un superior. La pena puede ser física. Así, el Pichi de ‘Las Leandras’, un rufián en sentido estricto, declara de forma brutal, refiriéndose a sus ‘chicuelas’: «cuando alguna se me cuela,/como no suelte la tela,/ dos morrás la suministro». Pero el castigo puede ser también una advertencia, a veces explícita, y otras veces implícita (en rigor, todo castigo físico implica un aviso a terceros). La RAE recoge también, como acepciones desusadas, las de «ejemplo, consejo, advertencia, amonestación», que eran habituales en el Siglo de Oro. Finalmente, hay usos particulares de ‘castigo’ en el fútbol (traducción y sinónimo de ‘penalty’) y en los toros (el que inflige el picador al bicho para desbravarlo). Precisamente en este último sentido ha estado sublime el Chuletón Imbatible al convertir a su picador particular, Ábalos, Hijo de Picador, en mero villagodio, cosa que el de Transportes no se esperaba, ignorante de que la equivalencia de Transporte en griego es Metáfora y de que él estaba ahí para eso, para que su señorito le pusiera los cuernos y lo transformase en Carne Picada ante el tendido de sombra del Ruedo Ibérico, que ha asistido horrorizado a la faena mientras trataba de asumir el castigo tácito: «Temblad, porque para esto me elegísteis, vaquillas mías».