ABC-LUIS VENTOSO
Sobran motivos para la queja de hoy
EL cauce de expresión de la voluntad popular en una democracia son las urnas, no la calle. Pero en momentos graves y puntuales, un pueblo se ve obligado a protestar contra un abuso. Existen razones que convierten la marcha de Colón en una causa en justa:
—Sánchez ha engañado a los españoles. Prometió un Gobierno de transición para celebrar elecciones y lo ha incumplido, bloqueando la demanda mayoritaria de ir a las urnas.
—Sánchez preside un Gobierno sostenido por los partidos golpistas de 2017 y por una formación heredera de ETA. Es innegable.
—Solo por seguir en La Moncloa, Sánchez aceptó un diálogo bilateral con el Gobierno separatista de una comunidad, que le reclamaba como exigencias irrenunciables la autodeterminación y que torpedee al Poder Judicial en favor de los presos golpistas. Sánchez aceptó sentarse con ellos a pesar de esas demandas ilegales. Su amago de romper resulta tardío y poco fiable.
—Sánchez ha instaurado la mentira como práctica tolerable en política. Un ejemplo: cuando saltó el caso tesis, declaró en el Parlamento que estaba a disposición en internet, pero al día siguiente anunció que la subía a la web. El presidente mintió así en sede parlamentaria.
—Sánchez prometió regeneración, necesaria tras los escándalos de corrupción del PP, pero no ha llegado. Tolera tretas fiscales de sus ministros, que en la oposición consideraba objeto de dimisión, o mantiene a una ministra de Justicia que reía los delitos de un policía corrupto. Además, el PSOE espera la sentencia de los ERE y arrastra casos de corrupción en Valencia, Galicia, Extremadura, Aragón… No es ejemplo de nada.
—Sánchez ha presionado de modo intolerable a la Justicia en favor de los golpistas catalanes y muchos observadores están convencidos de que antes de las protestas de esta semana planeaba indultarlos.
—Sánchez ha tomado TVE y el CIS, organismos estatales, para convertirlos en arietes partidistas. Además, ha presentado unos presupuestos que el Banco de España tacha de falaces.
—La sociedad española está harta de verse humillada por una minoría. Un país magnífico, con 47 millones de habitantes, es rehén del desprecio y el torpedeo de dos millones de separatistas catalanes y unos 700.000 vascos. Una minoría amarga la vida de la inmensa mayoría. Por ejemplo, ayer Colau denunció ante Europa que la Justicia española no es fiable. Ese tipo ofensas y falacias son constantes y toca decir «basta».
—Existe cansancio con la supuesta superioridad moral de la izquierda en España. Personas con otros valores, que creen en la familia, la empresa, el esfuerzo personal y los seculares principios judeocristianos, demandan también respeto a sus ideas.
—Por último, millones de españoles ya no soportan la arrogancia personal de un Sánchez que no ha ganado las elecciones, y que instalado en la parálisis legislativa y rehén de los separatistas se pavonea como si fuese un estadista providencial.