Causas y consecuencias

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 25/06/13

Florencio Domínguez
Florencio Domínguez

· La izquierda abertzale tiene dos acusaciones centrales contra el plan de paz que ha presentado el Gobierno de Iñigo Urkullu. El primer reproche que le hace es que no afronta cuáles son las causas del conflicto y, por ende, de la violencia, y el segundo que no atiende debidamente las consecuencias del conflicto de marras.

Cuando la izquierda radical habla de las causas lo que está buscando es la exoneración política de sus responsabilidades por las décadas de terrorismo que ha protagonizado ETA y que ha secundado su entorno de manera incondicional. ETA y su mundo político quieren que se acepte de forma incontestada que su terrorismo fue sólo violencia de respuesta a una violencia originaria que es la de los Estados, la de España y Francia. Esta violencia primigenia es la culpable única de lo ocurrido porque sin el general Franco, sin el general Espartero o sin el Duque de Alba, según lo que quieran remontarse en el tiempo, los miembros de ETA no hubieran tenido que ir matando a la gente por ahí.

Cuando la izquierda radical habla de las consecuencias del conflicto lo que busca es la impunidad penal de los etarras que están en las cárceles o huidos. La traducción al lenguaje de la calle del concepto solucionar las consecuencias es, antes que nada, sacar a los presos de la cárcel. Las consecuencias más graves, los asesinatos, esas no hay quien las solucione.

El Gobierno vasco, en un documento complementario del plan, el informe sobre vulneración de derechos humanos, ha accedido a dar un paso hacia la izquierda abertzale al presentar juntos datos sobre la represión del franquismo, de actuaciones policiales irregulares, de grupos de extrema derecha y de la propia ETA. Es un guiño hacia el discurso de SortuBatasuna que habla de «todas las víctimas de todas las violencias» para que la parte que le corresponde a ETA sea sólo una gota de agua difuminada en un mar de sufrimientos generalizados.

Al PNV le ha sucedido que cuando ha dado un paso para acercarse a Sortu-Batasuna este partido ha dado un paso atrás para mantener las distancias dejando a la formación jeltzale igual de lejos que al principio, pero descolocada y fuera de su sitio original. Por ese afán de hacer guiños a quien hay que plantear exigencias, el plan de paz y reconciliación tiene todos los boletos para entrar en vía muerta. La comprensión hacia la izquierda abertzale tiene como contrapartida el alejamiento de socialistas y populares.

Al Gobierno vasco le quedará el recurso de repartir culpas entre tirios y troyanos colocándose por encima de la pugna. Ni siquiera tendría que esforzarse mucho. Le bastaría con repetir unas palabras de Jonan Fernández: «Existe un alto porcentaje de riesgo de que el acuerdo no fructifique; los inmovilismos y partidismos están poniendo a dicho acuerdo en una situación de precariedad absoluta, fruto de la inmadurez de la clase política vasca». Cuando las pronunció, 18 de septiembre de 1991, hablaba de la autovía, pero lo principal era echarle la culpa a los demás y para eso todavía sirven esas palabras.

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 25/06/13