EL MUNDO 26/12/13
· El ‘número 2’ del partido: «Queremos la Luna… Queremos una Cataluña libre y gloriosa» / Mas pide ante la tumba de Macià la libertad de Cataluña.
Artur Mas defendió ayer ese credo que pasa por anteponer la «libertad» a las normas. Ése fue el núcleo de la respuesta que el presidente de la Generalitat ofreció al Rey, después de que Don Juan Carlos llamara en su mensaje navideño a resolver el desafío soberanista catalán «con arreglo a las reglas de juego democráticas aprobadas por todos». El tono de un Mas –que se negó a repetir en castellano la síntesis de su discurso para las cadenas nacionales– fue bajo en comparación con el empleado por el portavoz de Convergència en la ofrenda floral que conmemoraba el 80º aniversario de la muerte de Macià. Josep Rull se dirigió al desaparecido dirigente catalán para aclararle que CDC «es la hoz que segará las cadenas cuando convenga».
Recordó Rull a Macià que Convergència es «beligerante en su convicción» y tiene «la determinación de liberar a nuestro pueblo». Le trasladó que el partido que Mas lidera abraza la utopía como el más tangible de los proyectos, pues, dijo el secretario de organización convergente, «queremos la Luna porque sabemos llegar». Dibujó el número dos de CDC a Cataluña como «un país menospreciado» y alertó a sus conciudadanos de que «la supervivencia depende de nuestra audacia» para hacer frente a los «enemigos poderosos» a los que, a su entender, se enfrenta.
La arenga del nacionalista rozó por momentos la epopeya. «La lógica decía que teníamos que desaparecer como nación por la gran opresión de las armas, por el derecho de conquista», argumentó. Pero, «tres siglos después», sumó, «estamos en condiciones de recuperar nuestra libertad. Sus, nuestros ideales, president Macià». De construir una Cataluña «políticamente libre y espiritualmente gloriosa», zanjó Rull antes de gritar un sonoro «Visca Catalunya lliure», que sirvió de broche a todas y cada una de las intervenciones llevadas a cabo ante la tumba de Macià.
Antes, imbuido por la solemnidad que acostumbra a empapar toda prédica pronunciada a los pies de esa sepultura, el jefe del Ejecutivo catalán había rebatido al Monarca. «Se nos pide actualizar las reglas de convivencia. Se nos pide que hagamos las cosas de acuerdo con las normas que nos hemos dado. Pues bien, nosotros lo que pedimos es que se escuche la voz del pueblo de Cataluña», se quejó Mas. Y prosiguió: «Pedimos que se escuche con atención y respeto esa voz mayoritaria, expresada recientemente en acuerdos políticos importantes y que reclama decidir nuestro futuro político». Escuchar a una Cataluña, remachó el president, «que apuesta por la convivencia, pero también por su libertad y por que sus instituciones sean las que gobiernen Cataluña».
Flanqueado por la nieta del que fuera presidente de la Generalitat en la Segunda República, Mas apeló de nuevo a la épica para «aspirar a los amplios horizontes que tenemos delante, 300 años después de que Cataluña perdiera sus libertades».
Reclamó el presidente del Govern apelando a «mirar lejos», mientras invitaba a los presentes a espejarse en el difuso horizonte del mar Mediterráneo que podía atisbarse desde lo alto del cementerio de Montjuïc.
Fue ayer la jornada de los segundasespadas, porque si Rull eclipsó a Mas, algo similar ocurrió en ERC. El líder republicano, Oriol Junqueras, simplemente suscribió la respuesta del presidente del Govern al Rey. Aseguró el republicano que «respeta la opinión de todos los soberanos, pero especialmente la de los pueblos soberanos». «Por eso queremos ir juntos a las urnas», abundó Junqueras.
Mucho más contundente resultó, sin embargo, la defensa de la consulta de autodeterminación que realizó el portavoz de ERC en el Congreso, Alfred Bosch. En una ofrenda paralela a Macià, que se realizó en el monumento de la plaza de Cataluña de Barcelona que recuerda al ex presidente de la Generalitat, Bosch brindó con cava por que 2014 se convierta en «el primer año sin Rey de España en Cataluña». Agarrándose a una aserción de Don Juan Carlos en su mensaje que llamaba a avanzar juntos, el republicano espetó: «Le tomo la palabra, avancemos unidos, alcemos nuestras copas y brindemos con el Rey de España y los españoles porque ésta ha sido la primera Navidad sin Rey de España en TV3». Después se felicitó por un año venidero sin «monarquía borbónica y sin ese Gobierno español que no nos deja vivir en plenitud». El republicano pidió a los catalanes estar preparados para un 2014 en el que, prometió, «de verdad nos divertiremos».
En la vorágine de aldabonazos, la presidenta del Parlament constituyó una mota de ponderación. Anclada a su cargo institucional, Núria de Gispert instó a un entendimiento «a través del diálogo que permita llegar a acuerdos posibles». Aunque ello no le impidió incidir en que el Monarca «debería entender la preocupación de Cataluña en defensa de su propia identidad».
En similar tesitura, Xavier Trias –el alcalde de Barcelona que defiende no ser independentista, pero prometió votar sí a las dos preguntas de la consulta– diagnosticaba que ha llegado la hora de «convertir las ilusiones en realidades duraderas».
En la otra orilla de ese Mediterráneo en el que Mas se inspiraba, esperaban el PSC y Ciutadans, con coincidente aplauso a la oferta del Rey en favor de la convivencia entre todos los españoles.
El portavoz socialista, Jaume Collboni, advirtió en las palabras de Don Juan Carlos un «claro mensaje de acuerdo y reforma» que, consideró, supera los gestos realizados por el presidente del Gobierno. Un Mariano Rajoy, sostuvo, «clavado en el inmovilismo» ante la manifiesta insatisfacción de la ciudadanía catalana.
Albert Rivera también aplaudió la mención que el jefe del Estado realizó sobre la «diversidad y unión de los españoles». Remarcó el líder de Ciutadans lo «necesario» de que el Monarca volviera sobre el cumplimiento de la Constitución como llave para encauzar el órdago independentista, y aprovechó para remarcar que esa misma línea de actuación es la que la formación no nacionalista viene defendiendo desde que Mas y sus socios de ERC intensificaran su desafío a la unidad estatal;la opuesta a la omisión de las reglas que Mas promulga como vía para celebrar la consulta.
EL MUNDO 26/12/13