ABC 05/08/14
Desde hace tres años, la Diada del 11 de septiembre es utilizada como coartada social del proceso secesionista de Artur Mas. Este año, el presidente de la Generalitat confiaba en una nueva movilización masiva que sirva para calentar los motores de la consulta independentista del 9 de noviembre. Pero el escándalo provocado por la confesión de Jordi Pujol ha trastocado esos planes y Convergència teme una desmovilización, pues la formación nacionalista admite que en ese tipo de concentraciones la secesión no es el único motivo: también salen a la calle personas que protestan por la crisis y la corrupción. Hasta ahora, esa transversalidad beneficiaba a CiU. Ahora pueden apearse de la protesta callejera quienes se sienten engañados por Pujol.
Dirigentes de esta formación reconocen a ABC que la evasión fiscal del expresidente catalán puede tener consecuencias, especialmente electorales, porque el veterano político arrastraba aún el voto moderado de determinados sectores nacionalistas. Ello, unido al proyecto del presidente de UDC, Josep Duran Lleida, de organizar un movimiento centrista con vocación de partido, mina las expectativas de Convergència, que sigue en caída libre en las encuestas de intención de voto, mientras el de ERC no para de crecer.
Según fuentes convergentes, la posibilidad de que no haya consulta es cada vez más real. Mas lo sabe y en su encuentro con el presidente español Mariano Rajoy bajó el tono reivindicativo. Pero CDC se resiste a hablar de «planes B» y prefieren hablar de «escenarios». El matiz no es gratuito, pues hacer planes equivale a reconocer un fracaso. No es el momento, sobre todo con ERC presionando para que, sí o sí, tenga lugar el referendo y el líder de CiU no se arrugue.