Cero de Pisa a la marea verde

ABC 05/12/13
ISABEL SAN SEBASTIÁN

· Veremos si la «marea» y quienes la patrocinan hacen algo de autocrítica o siguen en la barricada

Zapatero ya es agua pasada, afortunadamente para los españoles, aunque su herencia sigue pesando como una lápida sobre las espaldas de esta nación. Por si no bastara con el trabajo de zapa que hizo con los cimientos de la unidad nacional, proclamando su voluntad de supeditar las decisiones del Congreso a las que adoptara una cámara regional y negociando con ETA; por si no fuese suficiente azote el disparate de gestión económica a que nos sometió, ahora sabemos que malgastó tiempo y dinero público centrando el debate educativo en el adoctrinamiento de los niños a través de la asignatura de Educación para la Ciudadanía en lugar de mejorar la calidad de la enseñanza pública. Los resultados de su política son desastrosos. Lo dice negro sobre blanco el último Informe PISA.
Mientras él busca la absolución póstuma de los españoles en un libro exculpatorio tan liviano como quien lo firma, el macroestudio de la OCDE otorga un sonoro suspenso a la gestión de sus gobiernos en materia educativa. Un «cero-zapatero» tanto más elocuente cuanto que una de las pocas comunidades autónomas que se salvan de la quema es Madrid, gobernada por el PP de Esperanza Aguirre durante el período que abarca el citado trabajo de campo. Madrid, epicentro de las protestas de la «marea verde» por la Educación, movimiento presuntamente «social» cuyo carácter político queda ahora en evidencia.
Madrid, dice el citado informe, es una de las autonomías que menos gastan por alumno y que más inmigrantes integran, pese a lo cual supera con creces la media nacional, a la de la OCDE y desde luego a Andalucía. Lo hace ateniéndose a la línea que ha seguido Wert para su valiente ley de reforma del sistema, consistente en fomentar el esfuerzo individual y la excelencia, evaluar estos parámetros mediante exámenes, reforzar la autoridad del profesor y otorgar autonomía a los centros, en lugar de privar de responsabilidad al alumno, fiarlo todo a los profesores de apoyo e igualar obsesivamente hacia abajo hasta entronizar la mediocridad. PISA da la razón al ministro y demuestra, además de afirmar, algo que muchos venimos diciendo hace tiempo: que la consigna «más inversión, mejor Educación» es falsa, por más que la griten hasta desgañitarse los integrantes del tsunami verde imbuidos de sectarismo e intereses corporativistas. Nuestros profesores están mejor pagados que la media europea, pero no obtienen mejores resultados que sus colegas. La calidad no es cuestión de cantidad, sino de voluntad, honestidad intelectual y perseverancia.
Espero que se sonroje Alfredo Pérez Rubalcaba, muñidor del modelo por el que se ha regido la Educación hasta ahora y mano derecha de Zapatero, al leer que durante los años que van de 2003 a 2012, es decir, los de su estancia en el poder, la diferencia en rendimiento académico entre chicos con mayores y menores recursos económicos no sólo no disminuyó, sino que se agrandó, como sucedió con la distancia en función del sexo, en detrimento de las féminas. O sea, que los alegatos socialistas en favor de la igualdad eran mera demagogia sin base real. A lo largo de esos años aciagos el gasto en educación creció en más de un 30 por ciento, sin que ese incremento redundara en mejores resultados o mayor equidad al equiparar las oportunidades de unos y otros. Lo que es tanto como decir que fuimos víctimas de una estafa monumental nosotros, contribuyentes, y nuestros hijos, condenados a competir en desventaja con sus coetáneos del ámbito OCDE en un mercado de trabajo global.
Veremos si la «marea» y quienes la patrocinan hacen algo de autocrítica o siguen en la barricada.