La colaboración con Irán y supuestamente con Eta no son asuntos de poca monta. Por el contrario, reflejan las intenciones expansionistas de un agresivo proyecto socialista que se extiende allende las fronteras latinoamericanas.
La cercanía de Chávez con el régimen de Irán y su programa nuclear, y ahora la confesa presencia de Eta en suelo venezolano, son hechos graves que exigen drásticas sanciones.
Dos nuevas noticias han vuelto a poner la lupa de la prensa internacional sobre el gobierno socialista del Presidente Hugo Chávez. En primer lugar está la captura de dos integrantes de la organización terrorista Eta; Javier Atristain y Juan Carlos Besance, quienes confirmaron haber recibido cursos en métodos de codificación de mensajes y limpieza de armas de tiro en la República Bolivariana.
En segundo lugar, la última publicación de la Revista Foreign Policy expone la alianza Venezuela-Irán para la creación de un programa nuclear en Venezuela. ¿Hasta cuándo seguirá callando la comunidad internacional y concretamente Estados Unidos y la OEA sobre las constantes acusaciones al gobierno Chávez de auspicio a grupos terroristas y sus alianzas turbias con gobiernos como el de Irán?
Además del ya conocido respaldo del Teniente Coronel a la banda terrorista Farc, ahora aparece la denuncia sobre el entrenamiento de etarras por parte del señor Arturo Cubillas, ex director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela; señalado intermediario entre Eta y Farc. Como es de esperarse, la respuesta de Chávez y de su Cancillería sobre las declaraciones de los etarras capturados es que sus confesiones «no son pruebas irrefutables» y que todo este episodio es orquestado por el imperio yanqui. ¡Qué novedad!
Sin ser lo anterior motivo suficiente de preocupación por parte de los gobiernos de Colombia, España y Estados Unidos, ahora se ventila el acuerdo entre Venezuela e Irán para la construcción de un programa nuclear en territorio bolivariano, además de la colaboración del gobierno de Chávez en la obtención de uranio para el programa ilegal de construcción de armas nucleares por parte del gobierno iraní.
Dicha colaboración con Irán y supuestamente con Eta no son asuntos de poca monta. Por el contrario, reflejan las intenciones expansionistas de un agresivo proyecto socialista que se extiende allende las fronteras latinoamericanas.
La simpatía del Teniente Coronel por proyectos revolucionarios y, en algunos casos, subversivos, se hace cada vez más evidente.
La pregunta fundamental es: ¿hasta cuándo lo seguirá haciendo sin que nadie se pronuncie al respecto? Infortunado que el gobierno de Obama y concretamente su Secretaria de Estado, Hillary Clinton, sigan sin manifestarse frente a un gobierno que reconoce organizaciones terroristas, y tiene convenios de cooperación con Estados sancionados en el ámbito internacional, como Cuba e Irán.
Reconocimiento a las Farc como «verdadero ejército del pueblo», aparente entrenamiento a miembros de la organización terrorista Eta y ahora suministro de uranio a Irán además de intenciones de la construcción de un programa nuclear: ¿Hechos aislados? ¿Cuándo se manifestarán al respecto los gobiernos de la región, Estados Unidos y la OEA?
La cómica respuesta de que todas las acusaciones contra el gobierno de Chávez son orquestadas por el imperio yanqui, no son aceptables y no pueden seguir siendo un titular de prensa aceptado por los medios de comunicación y mucho menos por los gobiernos de América Latina y el mundo entero.
Post Scriptum: Ojalá rectifiquen quienes plantearon que la bomba de Caracol la habían puesto «oscuras fuerzas uribistas de extrema derecha».
(Federico Hoyos Salazar es asesor político en Medellín)
Federico Hoyos Salazar, El Colombiano, 8/10/2010