- Abascal se acomoda en su medio centenar de escaños. La demoscopia le es favorable, Feijóo colabora y el sanchismo, ese engendro de engaños y de fraude, ayuda
El hombre no está construido para dudar, sino para creer. Todo el mundo cree, salvo dos o tres tezanistas y algún marciano, que el PP ganará las próximas elecciones generales, siempre y cuando la liturgia de las urnas no se vea alterada por circunstancias antidemocráticas. Otra cuestión es si podrá gobernar. Y ahí entra Vox, la pieza imprescindible para que, de acuerdo con los sabios que escrutan el sexo de los sondeos, se produzca finalmente el cambio de colchón en la Moncloa.
Puestos a subrayar certezas, hay una que aparece inconmovible. El partido de Santiago Abascal no se apea del entorno de los 50 escaños que consiguió el 20-N de 2019, por más convulsiones que se produzcan en el tablero nacional. Se extingue Ciudadanos, resuenan los estertores de Podemos pero Vox, asentado por encima del 15 por ciento que le ofrece la demoscopia, se mantiene firme como tercera fuerza nacional, sin señal alguna de retroceso y con vocación de determinar el color del próximo Gobierno. Disfruta de un suelo estable, un presente tranquilo y un horizonte satisfactorio.
Algunos factores juegan a decididamente su favor.
– Un liderazgo incuestionable, con la figura de Abascal consolidada después de una aventura que, encaramado en aquel banco en una calle de Sevilla, pocos auguraban de éxito. Maneja bien los tiempos, intuye las estrategias, conoce su objetivo y evita con habilidad los territorios inhóspitos. Tiene claro quién es su enemigo y quién puede ser su aliado. Apenas comparece en trifulcas que no pueda ganar.
– Las turbulencias del extraño episodio de Macarena Olona han quedado atrás. Fue el momento más grave en la reciente existencia del partido. Un pulso frontal a la cúpula de la formación por parte de uno de sus elementos más valiosos, más jaleados, reconocidos y aplaudidos. Olona era la gran portavoz parlamentaria, el cerebro gris de la maquinaria jurídica del partido, su imagen más popular, su activo más valorado y, en suma, una pieza que quizás se pensó imprescindible y no lo ha sido. El estruendoso cimbronazo de su salida resultó tan bizarro que facilitó una continuidad sin enorme castigo a su bloque. Prueba superada.
– La llegada de Alberto Núñez Feijóo ha resituado las fronteras en la familia del centroderecha. «Debes confrontar con el Gobierno como si Vox no existiera», aconsejó Aznar a Pablo Casado. El líder gallego siempre lo ha hecho así. No le concedió ni un diputado en el Parlamento gallego y no le cederá ni un voto en la palestra nacional. Vox ya se llevó del PP todo lo que se podía llevar, de modo que ahora cada uno a lo suyo. Esta es la teoría de Génova. A Abascal ya le va bien ese centrismo mesurado y razonable de Feijóo, tan alejado de las estridencias zigzagueantes de Casado. El PP va a por el socialista apestado de sanchismo y Vox abunda en la llamada ‘guerra cultural’ que es todo aquello ocurre fuera del ámbito económico.
Las barbaridades del ‘diciembre negro’ encolerizan el rechazo al PSOE y mantienen muy firmes las filas de quienes consideran que el PP carece de la decisión que estos terribles tiempos reclaman
– El despotismo escasamente democrático del líder de la izquierda alimenta a Vox, y no al revés. En Moncloa rescatan, ocasionalmente, el fantasma de Colon y el espantajo de la ultraderecha. Lo seguirán haciendo, pero no va más. Es argumentario antiguo, ese reloj atrasa. Las barbaridades perpetradas por el Ejecutivo Frankenstein este ‘diciembre negro’, con embestidas al Consejo de Poder Judicial, a ‘las togas fachas’, el asalto al TC, los violadores exonerados, la sedición, la malversación, los griñanes… enfervoriza el rechazo al PSOE y mantiene muy firmes las filas de quienes consideran que el PP carece de la decisión y la fortaleza que estos terribles tiempos reclaman.
No todo es venturoso en el horizonte del partido que ocupa el ala más a la derecha en el tablero. También hay sombras. No son cincuenta, como el número de sus diputados, pero sí hay que tenerlas en cuenta. Retos importantes en un año decisivo.
– La actual cúpula ofrece algunos resquicios de fragilidad. Jorge Buixadé y Javier Ortega Smith no sintonizan con el estilo racional y prudente de su jefe. Demasiado ruido, mucha bronca, intramuros y fuera. Inés Cañizares, ahora segunda portavoz en el Congreso, no tratará de ser Olona pero intentará de que nadie la eche de menos. En la sede de la calle Bambú suena demasiado a hueco. Como si faltara equipo y sobrara alguno.
Muy difícil de explicar el corte de mangas a Ayuso en Madrid. Sí, vale, la ley Trans y todo eso pero tumbarle los presupuestos a la lideresa es hacerle la ola al bando de Médica y Madre
– El goteo en la designación de candidatos a la cita del supermayo avanza con lentitud. Es el estilo de la casa. Los nombres que emergen no chirrían, salvo alguna estridencia inevitable. Tiene Vox este año la imperiosa necesidad de consolidar su implantación territorial, algo escueta para tratarse de la tercera fuerza parlamentaria. Urgen victorias y avances en las urnas. Concretar las fundadas esperanzas de buenos resultados en Murcia, Valencia, Castilla la Mancha… Trabajo por hacer. Lo de la extraña moción anunciada quizás no ayuda.
– Muy difícil de explicar el corte de mangas a Ayuso en Madrid. Sí, vale, la ley Trans y todo eso pero tumbarle los presupuestos es facilitarle el terreno a Médica y Madre. En un escenario de normalidad democrática, nadie podría reprocharle tal jugarreta a Rocío Monasterio, pero ¡se trata de echar a Sánchez!. No son los dineros de la Comunidad de Madrid lo que está en juego sino la imperiosa necesidad democrática poner punto final a la era más turbia y nefasta de estas cuatro décadas de consensos y convivencia.
Y la gran pregunta final: En el caso de que las urnas así lo dispongan, ¿hará Vox como en Andalucía o como en CyL? ¿Permitirá gobernar a Feijóo en solitario o reclamará las carteras proporcionales al número de escaños conseguido? ¿Será Abascal vicepresidente en un Ejecutivo de mayoría PP? Tumultuosos cataclismos habrá que superar hasta dar con la acertada respuesta.