CIU, La liga norte y el Nacional-Populismo

ABC 19/09/13
EDURNE URIARTE

A Bossi le salió mal la propuesta secesionista, que también la tuvo, igual que CIU

BÁRBAROS», así tildaba a la Liga Norte el periódico insignia del progresismo español en un editorial del 19 de diciembre de 2011, donde arremetía brutalmente contra su discurso de la Padania independentista, con moneda propia y separada de los italianos del sur. Una hostilidad contra la Liga Norte habitual en España y que va desde la Wikipedia en español, que contradice a la Wikipedia italiana y lo califica de extrema derecha, hasta analistas más serios como Ferrán Gallego, que también encuentran justificadas las razones que lo encuadran en la extrema derecha («Democracia y extrema derecha en Francia e Italia», 2007).
Sin ser conscientes, todos ellos, de que esas mismas razones llevarían igualmente a situar a los nacionalistas catalanes, desde ERC a CIU, en la extrema derecha. Lo que da una idea de las contradicciones de la izquierda española, incluida la activista que está en Wikipedia, en su valoración de dos nacionalismos con muchos puntos en común, el de la Liga Norte en Italia y el de CiU en España. He aquí el problema de imagen al que me referí en mi columna del martes («Movimiento antiespañol»), la manera en que amplios sectores no nacionalistas alimentan la imagen positiva de nuestros nacionalismos cuando, sin embargo, critican duramente otros nacionalismos semejantes.
El concepto de nacional-populismo con el que Ferrán Gallego calificó a la Liga Norte es perfectamente aplicable a CiU, pues se basa en dos elementos ideológicos, el étnico y el económico. O la mezcla del discurso de la identidad, la protección del espacio cultural agraviado, y lo que Gallego llama el chovinismo del Estado del bienestar o el mensaje de la discriminación económica sufrida por el norte de Italia en beneficio de la burocracia romana y el sur, acostumbrados a vivir de la riqueza producida en el norte. Lo que crea, continúa Gallego, una progresiva hostilidad contra la nación italiana y un perpetuo estado de frustración que es estimulado para convertir la aspiración al bienestar en una afirmación de exclusión. Pero ¿habla Gallego del nacionalismo catalán? Pues no, se refiere únicamente a la Liga Norte, pero si se repasan las últimas páginas de su libro (452-468) podemos creer que estamos asistiendo a un análisis del nacionalismo catalán.
Hasta las groserías verbales y provocaciones del antiguo líder, Umberto Bossi, sustituido el año pasado por Roberto Maroni, sirven a algunos analistas para ratificar la identificación de la Liga Norte con la extrema derecha, como si las vulgaridades en política fueran propias de la derecha. Y sin reparar no sólo en la reciente peineta del líder socialista alemán, sino, sobre todo, en los shows antiparlamentarios que los nacionalistas catalanes montan una y otra vez en el Congreso, al más puro estilo Bossi.
Lo cierto es que a Bossi le salió mal la propuesta secesionista, que también la tuvo, igual que CIU. Convocó hasta una «Marcha final para la independencia de Padania» en los años 90. Y le salió tan mal en términos electorales que tuvo que recular y en la última década ha vuelto a un discurso más moderado.
Seguramente, porque, como ha escrito José Luis Rodríguez («La extrema derecha europea», 2004) otro experto en extrema derecha y que no ha cometido el error de incluir en esa corriente a la Liga Norte, la mayoría de sus votantes son de centro y quieren una reforma federalista y fiscal. Únicamente. ¿Y los de CiU? Veremos si la secesión les gusta tanto como pretende Artur Mas, el Bossi español y no el Martin Luther King.