EL MUNDO 02/05/14
· Sus representantes siguen el ejemplo de ERC y explican su proyecto en las embajadas.
Los partidos nacionalistas no han ganado nunca en Cataluña las elecciones europeas. Sin embargo, en esta ocasión aspiran a cambiar el signo de las urnas. En CiU están convencidos de que será posible: sus votos más los que consiga ERC conformarán, vaticinan, el tándem vencedor. Así lo reflejan sus encuestas.
En la práctica ese triunfo implicará, a lo sumo, dos o tres escaños en el Parlamento Europeo que, en el caso de los convergentes, pasarán a engrosar las filas del Grupo Liberal –Unió se suma por su parte al Partido Popular Europeo–; pero esa representación es para ellos en este caso un objetivo secundario. En CiU recalcan que la verdadera importancia de las elecciones del 25 de mayo radica en que serán un ensayo de la consulta independentista que la Generalitat pretende celebrar el 9 de noviembre. Las europeas demostrarán, insisten, que en Cataluña el «movimiento social» ha traspasado ya incluso el margen de control de los partidos, que «no hay marcha atrás». «Serán», afirman, «unos comicios en clave interna».
De ahí que los integrantes de su candidatura estén desplegando una campaña prácticamente centrada en el objetivo de la secesión, en el derecho a decidir, en las comparaciones entre los casos de Cataluña, Escocia y Québec y, sobre todo, en poner de manifiesto las carencias democráticas que, en su opinión, arrastra España frente al Reino Unido o Canadá.
La precampaña, por el momento, incluye encuentros informativos con representantes de los medios de comunicación nacionales y un exhaustivo recorrido por las representaciones diplomáticas de los cinco continentes establecidas en Madrid. Siguen en este último caso a los diputados de ERC, que ya empezaron su ronda de embajadas el pasado mes de febrero.
Fuentes de CiU explican que en su periplo por las legaciones extranjeras no preguntan directamente a los representantes diplomáticos si están de acuerdo o no con la aspiración independentista de Cataluña, sino que les transmiten su mensaje y su proyecto. Así les hacen ver que Cataluña lleva tres décadas «intentando encontrar un encaje en el Estado español sin dejar de apoyar al Gobierno central en los momentos más delicados», y citan la lucha contra el terrorismo o los planes de ajuste drástico frente a la crisis económica para evitar un rescate.
Además, insisten en que el derecho a pronunciarse en las urnas está avalado por el Parlament, pese a que la declaración soberanista del mismo fue declarada contraria a la Carta Magna por el Tribunal Constitucional. También explican que tanto la fecha como las dos preguntas que pretenden someter a referéndum fueron pactadas por la mayoría de las fuerzas políticas catalanas.
Admiten, no obstante, que la primera respuesta que reciben en la mayoría de las ocasiones sigue el guión marcado por el Gobierno central: «Esto no es legal». Sin embargo, aseguran que cuando argumentan con informes de la Generalitat que, en su opinión, la Constitución «sí ofrece margen» para la celebración de un referéndum y que el auténtico obstáculo radica en la «falta de voluntad política» del Gobierno, la mayoría pasa a adoptar una posición de «neutralidad exquisita».
Entre los países que forman parte de la Unión Europea han topado con las posturas más escépticas. «Muchos nos advierten de que la consulta no será posible», señalan, aunque evitan adelantar un posible veto ante la hipótesis de una Cataluña independiente que quisiera permanecer en la Unión.
Los apoyos más decididos afirman haberlos encontrado en las repúblicas bálticas. «Para ellos», aseguran, «no hay ninguna ilegalidad en que los ciudadanos catalanes voten». Una posición muy similar a la que han conseguido fraguar en el seno de la Internacional Liberal, que aprobó el pasado fin de semana un manifiesto a favor del derecho a decidir.
EL MUNDO 02/05/14