CiU protege a Pujol horas antes de que Mas consume su reto a la Constitución

EL MUNDO – 27/09/14

· El ex ‘president’ no contestó a las preguntas, dijo que no es un corrupto y abroncó a la oposición por mostrar una actitud «poco respetuosa».

· Demoledora intervención de Albert Rivera, que anunció un escrito a la Fiscalía para que el fundador de CiU dé cuenta del origen de su fortuna.

· Duro enfrentamiento entre Jordi Turull (Convergència) y Alicia Sánchez-Camacho (PP), que se acusaron mutuamente de corrupción.

Jordi Pujol, en la comparecencia del Parlament
Jordi Pujol, en la comparecencia del Parlament

 

Cuando terminó la comparecencia de Jordi Pujol en el Parlament, las principales incógnitas en torno a la cantidad total de dinero que mantiene en paraísos fiscales, a su origen y al papel de sus hijos en la trama permanecían intactas.

El ex president, que no contestó a ninguna pregunta de la oposición, recibió en todo momento el apoyo y la protección de CiU, tanto en la indulgente intervención de Jordi Turull como cuando abandonó el edificio con una escolta de diputados convergentes, que sin embargo no le ahorró los gritos de «ladrón» y «mafioso»de los congregados ante la Cámara.

Pero el episodio de ayer quedará sepultado en pocas horas. Artur Mas se cuidó de ello cuando programó para hoy la firma del decreto de convocatoria de la consulta soberanista del 9 de noviembre, que abre formalmente la batalla constitucional con el Gobierno.

La gran expectación que generó la comparecencia sirvió además como excusa para que los servicios del Parlament pusieran todo el empeño en evitar que los periodistas se acercaran demasiado a Pujol. Si la relación entre el ex president y su partido pasa por un mal momento, como parecía después de que su hija Mireia pidiera la baja como militante por el trato que CDC da a su padre desde su confesión, no lo pareció.

El ex presidente de la Generalitat eligió no responder las preguntas de los diputados: como se esperaba, y por indicación de sus abogados, se ciñó a su declaración inicial de que las cuentas en Andorra, que mantuvo 34 años ocultas de Hacienda, provienen de una herencia de su padre. Cuando le apretaron, echó mano de su viejo talante y, en tono de regañina, llegó a encararse a gritos con los parlamentarios de la oposición: «¡No digan mentiras!».

Pero su intervención inicial se centró en defender su confesión del 25 de julio. En contra de los indicios que apuntan a que él y su familia serían titulares de cuentas con cantidades fabulosas de dinero, dijo que su padre le legó en 1980 unos 140 millones de pesetas. Y que si ha crecido hasta «los 4,8 millones» de euros que, según dijo, han contabilizado los bancos andorranos, ha sido por «las devaluaciones de la peseta».

Porque, según explicó Pujol, esa cuenta se abrió en dólares. El ex president hizo un recorrido de media hora por la vida de su padre Florenci. «Era de origen modesto, pero hizo carrera en la bolsa. En los 50, y junto a un socio, tuvo tratos con mucha gente del mundo industrial y con muchos algodoneros, y en ese momento el problema era importar algodón. El de calidad era norteamericano o egipcio, y se tenía que pagar en dólares. Pero la única manera de conseguirlos era comprarlos en Tánger», explicó, antes de hablar de la «complicidad más o menos encubierta» de las autoridades franquistas en la consecución de las divisas.

El padre de Pujol hizo así su fortuna, según su relato, y la utilizó posteriormente para tratar de cubrir la espalda a su hijo, a quien consideraba «demasiado obsesionado» con la política. «Por eso decidió mantener un dinero en el extranjero, textualmente le dejó escrito a mi mujer: ‘Para el día que Jordi, tú y vuestros hijos os tengáis que ir’».

Es más: según lo que explicó, ese dinero era en realidad suyo, de unas acciones que tenía «en una sociedad» y que su padre exigió que pusiera a su nombre. «No para hacer negocios, no para incrementarlo, sino por los tiempos malos que vendrían», aseguró.

Todo este relato, que Pujol leyó, tenía como objetivo despejar la principal sospecha que se cierne sobre él y sobre CiU: que el dinero se incrementó durante sus años en el Govern a cuenta de comisiones ilegales por adjudicación de obra pública. «Rotundamente puedo decir que yo no he sido un político corrupto. Simplemente eso. Nunca he recibido dinero por una actuación política o administrativa. No he cobrado nunca nada excepto mi sueldo de president», insistió.

De hecho, dijo que perdió dinero en la Generalitat, porque en los años 70 era «un hombre rico» y esa situación cambió posteriormente porque quiso dedicar su «vida» y sus «recursos» a «un proyecto nacional, a construir Cataluña».

Pujol tomó nota con calma de las intervenciones de los diputados. No se soliviantó ni cuando un incisivo Miquel Iceta (PSC) le pidió que aclarase el origen y la cuantía de lo defraudado, ni cuando Alicia Sánchez-Camacho (PP) habló de la «corrupción generalizada» de sus gobiernos, ni cuando Joan Herrera (ICV) se interesó por la «evolución patrimonial» de su familia, ni –por supuesto– con la meliflua Gemma Calvet, todo un regalo de una Esquerra que prescindió de Oriol Junqueras.

Pero el ex president saltó cuando Albert Rivera le preguntó si había alcanzado algún pacto con Mariano Rajoy durante la campaña electoral de 2012, cuando EL MUNDO publicó los primeros indicios de que la familia Pujol tenía cuentas en el extranjero. «Eso es mentira, es una intoxicación», dijo. Y a partir de ahí, tras subrayar la actitud «poco respetuosa» de algunos diputados, estalló.

«Esto se ha convertido en una causa general contra mí, para crear una sensación de culpabilidad. Si todo fuera así, tan malo, yo sería una condena terrible para la clase política catalana, porque ese Govern gobernó 23 años con elecciones libres. Por tanto, si era un desastre, el resto [de políticos] también debían de serlo. Si todo hubiera sido tan corrupto, no se habría sostenido», gritó.

«Estoy muy desentrenado», confesaba a la salida el ex president ante algunos periodistas que le preguntaban cómo se había visto. Sin embargo, en CiU estaban anoche satisfechos: consideraban que la comparecencia implicaba un gran peligro para la formación y para el proceso nacionalista, y que podían haber salido mucho peor parados de la sesión. Y, además, confiaban en que la firma de hoy del decreto de convocatoria del 9-N, que se celebrará con toda pompa en el Palau de la Generalitat, eclipsará cualquier sombra de corrupción.

Rajoy reunirá el lunes al Gobierno, y después recurrirá la consulta al Tribunal Constitucional. Hasta que quede suspendida, Mas aprovechará los días en que el 9-N sea formalmente legal para hacer campaña.

EL MUNDO – 27/09/14