JAVIER REDONDO – EL MUNDO – 01/04/17
· El partido Ciudadanos todavía no ha interiorizado su nuevo ideario: el liberal-progresismo obliga entre otras cosas a hacer frente a aquellas supuestas evidencias indiscutidas y en apariencia socialmente admitidas pero que constituyen, a pesar de su atractivo envoltorio, agravios latentes o manifestaciones de oportunismo y folclor populista. Si el liberal-progresista no adopta un discurso propio, aunque eso suponga nadar en contra de la corriente de opinión, se convierte en un conservador del statu quo, simplemente por puro y natural instinto de supervivencia. Nada que objetar si C’s arriase su bandera.
El liberal-progresista asume riesgos. Conservadores y pragmáticos se acomodan a las circunstancias. Últimamente C’s muestra una irrefrenable tendencia a la abstención. Tienen un motivo comprensible: diferenciarse del PP; y otro propio del perfecto pancismo: distanciarse del PP y ganarse la invitación al baile chic que organizan cada día los prescriptores de la moral.
En la tranquilidad está el provecho. Y para no parecerse, ayer prescindieron de ser. Acabaron por emular al quinto hombre del chiste de Gila, que viendo cómo otros cuatro sacudían a un indefenso vecino, decidió no permanecer impasible y narró así su hazaña: «Le dimos una paliza entre los cinco…».
El grupo municipal de C’s en Barcelona decidió abstenerse en la votación para revocar la Medalla de Oro de la ciudad a Martín Villa. Todos los demás grupos, excepto el PP, que votó en contra, apoyaron la moción. La mayoría municipal ha consumado el wiki-pensamiento. Prevalece el constructo «la porra de la Transición» sobre otras facetas de la trayectoria del ex ministro ucedista que no fueron ayer suficientemente importantes para los concejales de C’s.
La presidenta del grupo, Carina Mejías, rechazó participar de actitudes «revanchistas» y recomendó a Pisarello, primer teniente alcalde –y para quien, desde un punto de vista teórico, todo lo que no es terror es Termidor–, y a su «comisionado de la venganza» que contuviesen su «nivel de odio». O sea, que para no participar de tales conductas, C’s se abstuvo. C’s en Cataluña ha sido siempre lo contrario: tantas veces víctima del odio por defender posiciones valientes, autónomas, constitucionales y liberales.
Rivera se proclama heredero del legado de Suárez. El 21 de octubre de 1978 UCD clausuró su I Congreso Nacional. Martín Villa era uno de los 35 vocales del Comité Ejecutivo. Los cuatro valores sobre los que se organizaron las ponencias y constituyeron el ideario del partido, reflejados luego en el artículo 2 de sus estatutos, son referenciales en la España de hoy.
El nombre de Martín Villa sonó débilmente en algún momento para pilotar la Transición. Años después, su entrevista con Tarradellas fue decisiva para promover el restablecimiento de la Generalitat y favorecer el entendimiento con Suárez. En 1977 advirtió a su partido de que la izquierda había ganado en votos populares. C’s se puso ayer de perfil en Barcelona. Consideró que Martín Villa es un asunto con espinas y que la abstención no requería alambicadas explicaciones y evitaría sonrojos. Adoptó una postura huidiza y contribuyó a la victoria simbólica de los que consideran la Transición un muro a derribar. C’s no se diluye en la oposición sino que se difumina en la abstención. Martín Villa es la anécdota y C’s eludió discutir la categoría.
JAVIER REDONDO – EL MUNDO – 01/04/17