Claroscuros de la historia

ABC 09/12/16
IGNACIO CAMACHO

· Una conspiración monárquica contra el franquismo desencaja el mito épico de la izquierda como única resistencia

POR un pliegue de La Historia asoman papeles que sugieren un quiebro en el relato posmoderno del siglo XX español. Una conspiración monárquica contra Franco en 1948. Contactos de Don Juan de Borbón con los líderes republicanos para reinstaurar la democracia. Conatos de creación de milicias interiores, sondeos en busca de apoyo en el Ejército. Esto no encaja en el simplismo narrativo de la pedagogía postzapaterista, la de la Corona como heredera obediente del dictador y la Constitución tutelada por los poderes postfranquistas. Tampoco en la épica de la izquierda como única resistencia bajo la «larga noche de piedra». Habla más bien de una monarquía activista en los años más duros, los del estraperlo y la autarquía, los de las despensas vacías y las cárceles llenas. Habla de la posibilidad frustrada de una España libre en plena reconstrucción de Europa, acaso en condiciones de haberse sumado al impulso fundacional del Tratado de Roma. Habla de un salto cualitativo imposible que hubiese acelerado cuatro décadas el surgimiento de la nación moderna.

Los papeles de ABC desmontan en buena medida la tesis esquemática que prevalece en la falaz

wiki historio grafía, que borra a golpes de consigna ideológica los matices de una realidad híbrida, abigarrada, compleja. Demuestran que la legitimidad de ejercicio de la Corona se remonta a mucho tiempo antes de la restauración del 75. Refuerzan la evidencia del compromiso de Don Juan con un país abierto a la reconciliación y la convivencia. Ese esfuerzo no cuajó porque faltaba masa crítica, porque el bando derrotado carecía de cohesión y de fuerza. Porque por mucha leyenda retroactiva que haya creado la mitología de la oposición, ni los liberales ni la izquierda tuvieron nunca suficiente pujanza ni organización para sacar del poder al hombre que había ganado la guerra.

Es lo de menos. El pasado no se cambia ni se reescribe: se estudia. Con fuentes y documentos, no con la ideología como referencia conductora. En eso consiste la investigación, en dejar que hablen las pruebas. En este caso las que hablan son las voces del espionaje franquista, cuyos informes mecanografiados ofrecen el testimonio de una conjura precipitada, inmadura, ingenua. La vehemente pero candorosa intentona de unos hombres que soñaban con sacar a su país de una excepcionalidad a contracorriente de la vocación europea.

Esos episodios de un ayer lejano emiten hoy reflejos tornasolados en el espejo stendhaliano de la prensa. Franco Confidencial: materiales rescatados para la mirada contemporánea de entre los polvorientos estantes del tiempo. La vieja tradición del documentalismo de anales, la sonda de papel que atraviesa los estratos de una actualidad estancada. La pasión de investigar depurada en la síntesis de una crónica. El periodismo de siempre iluminando con la linterna de su observación los claroscuros de la Historia.