Luis Ventoso-ABC
- Pleno al quince: ya ha incurrido en todos los vicios de «la casta»
Por supuesto. Estoy plenamente convencido de la existencia de los unicornios azules, el Yeti, el agua magnetizada que cura todos los males, los marcianos de Roswell y la Santa Compaña ¡Hasta me creo los datos del doctor Simón! Así que cuando en 2014 surgieron los dos partidos adalides de la «Nueva Política», Podemos y Ciudadanos, di por descontado que estábamos ante el advenimiento de un nuevo tipo de dirigentes, más puros que el hielo profundo del glaciar islandés Vatnajökull y tan anticorrompibles como una lámina de platino. Las corruptelas -ciertas- del PSOE y PP quedarían superadas, merced a unos jóvenes políticos tan angélicos que casi habría que amarrarlos con un cabo a sus escaños para que no levitasen por el echo del Congreso.
Pero solo seis años después observo boquiabierto que la Nueva Política ya está tan oxidada como la Vieja Política. El Gran Regenerador y varias veces inminente presidente del Gobierno, Riverita, se encuentra prejubilado tras recibir un tarascada electoral por hacer demasiado el veleta. En cuanto a Pablete, ahora Don Pablo, ya ha incurrido en todos los vicios de La Casta, uno tras otro. Su único horizonte es intentar conservar la berlina oficial para él y su mujer todo lo que se pueda, porque el horizonte electoral de Podemos empieza a sonar a réquiem.
Cloaquilla habemus, Don Pablo. Podemos, flagelo de corruptos, ha sido imputado como partido por presunta «malversación» y «administración desleal». El juez también investiga al tesorero, la gerente y el secretario de comunicación, que se encargaba de las campañas electorales y es asesor íntimo de Querido Líder. Ya tenemos nuestra «caja B», Don Pablo. Ya somos casta pura. En cambio lo que no tenemos es congruencia alguna con lo que predicábamos en la oposición: «Ante la apertura de juicio oral, dimisión. Así de concreto». Se nos han olvidado también aquellas estupendas lecciones magistrales que le arreábamos al viejo Mariano cuando aseguraba que no conocía de primera mano los chanchullos del PP: «Si usted no sabía nada, entonces es que es un perfecto incompetente».
Echenique, que ha ajusticiado dialécticamente a media clase política ante el más mínimo indicio de sombra, defendía ayer súbitamente la presunción de inocencia. Entrañable. Irene, la justiciera de Galapagar, enmudecía en Twitter (su última entrada fue para explicar que «necesitamos una salida de la crisis con perspectiva de género»; de los pufos del partido familiar, cero). Silencio también en las redes de Tito Garzón, el ministro de Consumo, que el lunes encadenaba tuits febriles denunciando a la monarquía.
Chaletazo de lujo, tarjetas de teléfono con fotos eróticas de colaboradoras oportunamente chamuscadas, financiación de aromas bolivarianos e iraníes, la caja B en los tribunales y un partido convertido en el cortijo de una pareja de supervivientes. No está mal para quienes venían a regenerar la vida pública).
(PD: Y Sánchez, mudo y feliz en su tumbona de Canarias. Si Podemos baja, el PSOE sube).