IÑAKI EZKERRA-El Correo

  • El cambio climático puede explicar el aumento de la temperatura demagógica

El cambio climático lo explica todo. Greta Thunberg lo ha relacionado con la crisis de Afganistán y ya hay quien, contra toda lógica, echa la culpa de sus vacaciones sin sol en el Norte al calentamiento global. Si es global, algo de ese calentamiento tenía que haberle caído al País Vasco o a Asturias en vez de unos nubarrones, digo yo. Pero contra esta superstición no hay nada que hacer. El cambio climático tiene la culpa de todo: de los incendios de Galicia, que llevan toda la vida siendo noticia, y de la nieve del temporal ‘Filomena’. El cambio climático se ha banalizado al extremo de que la gente se refiere a él como si fuera un contratiempo cotidiano. Como los atascos del tráfico.

Un reciente artículo de una tal Sara Ryding, estudiante de la Universidad de Deakin, sostiene que el cambio climático está haciendo crecer el pico a los loros australianos, así como provocando otras mutaciones en los ratones de bosque y en las musarañas enmascaradas. La tesis encierra una pequeña contradicción: esas transformaciones se vendrían produciendo desde 1871; esto es, cuando el pobre agujero de la capa de ozono y el deshielo en la Antártida no habían nacido siquiera y ni estaban ni se les esperaba. Aún así, la idea de que dicho fenómeno esté originando mutaciones fisiológicas en la fauna planetaria me parece sugerente. Yo, de hecho, vengo observando desde hace un tiempo inquietantes metamorfosis en nuestra clase política, lo cual no tendría nada de raro teniendo en cuenta que ésta pertenece al reino animal, como el resto de la especie humana. Ya Aristóteles asumía ese hecho cuando definía al hombre como un animal político.

En efecto, el cambio climático es lo único que puede explicar el ascenso de temperatura demagógica en nuestro país. Marlaska no tiene la culpa de haber arrojado la falsa agresión de Malasaña contra unos rivales políticos y de haber usado la figura penal del delito de odio para fomentar el odio que penaliza esa misma figura. Yo creo que el hombre viene actuando condicionado desde 1871 por el aumento de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Si alguien tiene que dimitir es el dióxido de carbono, que está detrás tanto del bulo homófobo como del retraso en la renovación de la cúpula del Poder Judicial o del lío que se trae el independentismo catalán consigo mismo y con el aeropuerto del Prat a ver quién es más nacionalista o más ecologista. La verdad es que toda esta peña cualquier día acaba en las vitrinas del laboratorio de la Universidad de Deakin. Yo a algunos ministros les noto que les ha crecido la nariz, como el pico a los loros de Sara Ryding, pero no sé si la culpa la tiene la desertización del planeta o la maldición de Pinocho.