Al final, la referencia histórica fue Gernika. Volodímir Zelenski dijo ante las Cortes Generales que la situación de Ucrania en abril de 2022 recuerda a abril de 1937, «cuando el mundo se enteró de la destrucción de una de vuestras ciudades: Gernika». Bueno, fue lo que se entendió. Es que, más que hablar, Zelenski percute a toda prisa y la traductora estaba sin resuello. Pero, vamos, que bastó con escuchar «Gérnika» en perfecto ucraniano para que un cerebro nivel usuario pillase la idea: un ejército atacando a la población civil y extendiendo el terror, Picasso, el símbolo contra la barbarie. Tras los horrores de Bucha, la referencia a Gernika funcionaba hasta por el lado de la propaganda de guerra. George Steer fijando la verdad de los hechos ante las mentiras fascistas; el equipo de investigación visual del ‘New York Times’ haciendo lo mismo ante las mentiras del Kremlin.

Pues muy bien traído, ¿no? Qué va. ¿Usted dónde se cree que vive? Fue citar Zelenski Gernika en el Congreso y todos los de la desnazificación entraban en shock porque ya me contarás tú cómo va a querer la Legión Cóndor desnazificar nada. Mientras tanto, un conocido europarlamentario de Vox acusaba a Zelenski de utilizar «iconografía soviética». Y en las redes sociales la localidad española que era ‘trending topic’ no era Gernika sino Paracuellos. Debe anotarse a favor del nacionalismo vasco que ningún diputado interrumpiese a Zelenski para aclararle que Gernika no era, como había dicho, una de vuestras ciudades, sino una ciudad nuestra, solo nuestra. Por eso el lehendakari insistía el pasado noviembre en que Pedro Sánchez debe pedir perdón por el bombardeo. Si la pobre traductora tiene que adaptar algo así del español al ucraniano yo creo que desiste y pide el traslado al frente.

Por lo demás, Zelenski estuvo serio y distante. A los italianos sí les dijo que conocía su país y que le gustaba mucho. Se notaba que el Gobierno, los diputados y los senadores esperaban la carantoña, el masajito, como los espera una mascota. Esa energía atravesaba la pantalla. Fue raro que Pedro Sánchez pareciese darle a Zelenski, tras su intervención, un discurso mayor del que él mismo le había dado a las Cortes. Se alargaba el presidente y daba hasta apuro. A ver si al final iba a cazar un dron ruso al héroe ucraniano por estar el hombre ahí, atendiéndonos a nosotros.

PUIGDEMONT

Pobre de mí

Ayer se celebró en el Tribunal de Justicia de la UE la vista que decidirá el futuro judicial de Carles Puigdemont y el resto de políticos catalanes huidos. La Comisión Europea respaldó la postura de España en la pugna entre Bélgica y el Supremo por las famosas euroórdenes. Y parece que el asunto se resolverá el 14 de julio, coincidiendo con el ‘Pobre de mí’. Que ayer Puigdemont no tuitease nada sobre el modo invariable en que se le da a él la razón en Europa hace pensar en que esta vez no lo ve tan claro. O quizá solo esté cansado. Porque menudo lío todo. Yo a estas alturas ya no sé si Puigdemont es presidente de Junts, de la Crida, del Consell o directivo del Barça de Laporta en el exilio. Avanza hacia la anomalía europea quien fue el hombre del momento. El olvido es en su caso un problema de financiación.

PUERTO

¿Todos? No

Pasa a veces: el hecho diferencial manifestándose de un modo inexplicable. Concretamente, como en la página inicial de los tebeos de Astérix, esa en la que se veía un mapa de todos los pueblos de la Galia bajo el dominio romano y se leía la frase recurrente: «¿Todos? No». Del mismo modo, con la huelga del transporte desconvocada hace días, solo quedaba en España un rincón donde los camiones no trabajaban. El puerto de Bilbao, sector contenedores. No fue hasta ayer cuando la huelga se desconvocó para alivio de la industria del País Vasco y alrededores. Si la singularidad de los galos de Astérix se explicaba sobre todo por la poción mágica, la de los camioneros del puerto se desconoce en su exacta dimensión.