Como Paco por su casa

IGNACIO CAMACHO – ABC – 15/10/16

Ignacio Camacho
Ignacio Camacho

· El PP no saldrá indemne de este relato de cajas B, cohechos, coimas y trasiegos de billetes de despacho en despacho.

No le llamen Don Vito, por favor. Eso es cosa de los maderos, que él, don Francisco Correa, no tiene pinta de mafioso sino porte de pijo de La Moraleja, de los de yate en Cerdeña y casoplón en Sotogrande. Y lo conserva, genio y figura, incluso después de unos años en el trullo donde toda incomodidad tiene asiento, un lugar propicio para reflexionar el modo de muñir un acuerdo con la Fiscalía para tirar de la manta… dentro de un orden.

Del orden del proceso, del elenco de imputados, que a los ropones no les gustan esos ventiladores mediáticos que esparcen la mierda fuera de la sala y obligan a deducir testimonios y abrir más piezas separadas como muñecas rusas. En juicios como el de la Gürtel, tan poblados, los pactos han de ser para atribuir culpas dentro de la lista de dramatis personae. Gente a la que después de tanto tiempo y tanto folio se pueda encalomar, martillazo y visto, una sentencia.

Así que tiró Correa de su manta… y allí no había más que la sombra de un hombre que no está procesado. A José María Aznar, doce años ya sin la protección del aforamiento, nadie le ha podido cargar con un reproche penal pero todo el montaje de la trama Gürtel –«es el caso Correa» protestaba con orgullo el elegante truhán– apunta a su mandato como escenario del aquelarre de sobornos, coimas y cohechos propios e impropios.

Y así trazó el acusado un relato de época, del tiempo rumboso y feliz de la ludopatía del dinero fácil y el tráfico de favores, de los sobres, los regalos, los maletines y las bodas megalómanas. Cuidándose de levantar un cortafuegos exculpatorio delante del marianismo y señalando a los cómplices –Sepúlveda, Bárcenas– que ya están dentro del sumario: esto ti, esto mí y esto partido. Una especie de cuadro picaresco y costumbrista del aznarismo pero descafeinado y sin la fuerza inculpadora de un alegato.

Pero ese cortafuegos quizá estudiado no va a librar a Rajoy de las salpicaduras de cenizas y barro en estas difíciles vísperas de investidura presagiada. Primero porque todavía falta la declaración de Bárcenas, que por mucho arreglo que haya podido acordar bajo cuerda difícilmente resistirá la tentación del ajuste de cuentas con la cúpula del Luego porque el partido, partido, no saldrá moral ni política ni acaso judicialmente indemne de este repaso a los años ominosos de cajas B, comisionistas de contratos y trasiegos de billetes de despacho en despacho.

Y por último y sobre todo, porque el presidente aún tiene pendiente la catarsis de limpieza, petición de disculpas y renovación sin medias tintas de esa estructura que años atrás funcionó como una auténtica máquina de robar. La que definió el canoso trujimán engominado con la desahogada confesión de que andaba por Génova –la calle del edificio del PP, no la patria chica de Colón– como Pedro, o más bien Paco, por su propia casa.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 15/10/16