No es que ETA crea que la violencia le puede ser útil, no. Es que ya le ha sido útil para forzar el curso de la política. Por eso la han practicado durante 47 años (no 35). Quizás quien necesite más tiempo para entender que ETA considera que ya ha hecho bastante con anunciar el alto el fuego es el propio presidente.
Salvo el parón en el que parece haber entrado el calendario para anunciar los contactos del Gobierno con ETA (el presidente creaba expectativas en un medio alemán mientras le contradecía Otegi) el resto del ritmo político ha adquirido, esta semana, la velocidad del rayo.
En cuestión de horas, Zapatero hablaba de cierto acercamiento a «momentos trascendentales» mientras el preso Iñaki Bilbao escupía exabruptos y amenazas de muerte contra los jueces en general y contra Garzón en particular, demostrando, de paso, su nula capacidad para reinsertarse. Los amigos de Batasuna obtenían el permiso para manifestarse hoy en Alsasua mientras la ilegalizada Segi se preparaba para hacer lo propio por Zarauz.
Y en un momento tan clave del debate, el ministro Rubalcaba pone en marcha el Mando Único de la Guardia Civil y Policía Nacional, quedando descabalgado Víctor García que, en estos dos años y medio de mandato, ha hecho lo que ha podido en un puesto tan ingrato como poco lucido. Desde su comparecencia parlamentaria para hablar de las investigaciones sobre el atentado del 11-M hasta las filtraciones sobre presuntos chivatazos policiales a los colaboradores de la red de extorsión de ETA, se puede decir que la corta y rápida carrera de este socialista alavés no ha sido un camino de rosas. Sus compañeros, que tendrán que pensar en qué destacado lugar le ubican, no descartan nada. Ni siquiera poder presentarlo como candidato a alcalde de Vitoria.
El patio está tan revuelto que el veterano Arzalluz aprovecha para arremeter contra EA, a quien denomina «la silla del pasillo» (ya saben, la que siempre molesta) y reafirmarse en su vieja idea sobre Zapatero, al que no le ve maduro. Lo cierto es que los últimos mensajes del presidente no dicen mucho de su talla intelectual: «quien, por convencimiento, llega a pensar que la violencia puede ser útil, también necesita mucho tiempo para salir de su error».
No es que ETA crea que la violencia le puede ser útil; no. Es que ya le ha sido útil: para forzar el curso de la política (la central de Lemóniz, el cambio de trazado de la autovía de Leizaran, entre otros muchos ejemplos) junto al miedo a la disidencia, claro. Por eso la han practicado durante 47 años ( no 35). Quizás quien necesite más tiempo para entender que ETA considera que ya ha hecho bastante con anunciar el alto el fuego es el propio presidente.
Con el fracaso de la oficina del Alto Comisionado que él se empeñó en poner en marcha y que ayer la desactivaba oficialmente después de las tensiones creadas en los colectivos de víctimas del terrorismo, debería asumir que le sería más fácil tener detrás al principal partido de la oposición; como así ha sido, al fin, con el envío de tropas al Líbano. Lo malo que tiene cuando se quiere ir tan deprisa es que, en la carrera, se van quedando diez millones de votantes.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 9/9/2006