Es como si de repente quienes creían que los socialistas no se iban a atrever a gobernar sin el PNV estuvieran descubriendo el nuevo mundo. El acuerdo suscrito entre socialistas y populares tiene una redacción tan clara que se nota el cambio hasta en el lenguaje. Atrás quedan las expresiones farragosas de los debates identitarios que se perdían por laberintos lingüísticos.
Hoy veremos la foto de la firma del acuerdo entre los socialistas y los populares vascos y muchos, aunque tengan delante de sus ojos la imagen, seguirán sin dar crédito al cambio de gobierno en el País Vasco. Pero tendrán que ir adaptándose a la situación porque, tal como han ido los primeros movimientos, si esperan ver flojear a Patxi López en el descanso del partido, da la impresión de que van a perder todas las apuestas. Desde el PNV, Egibar ya se va haciendo a la idea de que el cambio va en serio. Y para cuatro años. Pero en su entorno, su partido, familia y sindicatos se resisten a que las alianzas den una mayoría para gobernar que no dieron las urnas.
El partido en particular y la familia en general van acusando el golpe valiéndose de titulares altisonantes, caracterizaciones ridiculizadas en sus blogs o trasladando a los futuros gobernantes, antes de que empiecen a andar, las críticas que ellos han soportado tan alegremente durante los últimos 10 años. Es el caso de la portavoz en funciones Miren Azkarate, que ya se ha puesto el ‘chip’ del frentismo. Después del fracaso del pacto excluyente de Lizarra y de la constatación de que van a dejar de ejercer el control desde el poder, los frentistas son los otros, en su opinión. Es como si de repente quienes creían que los socialistas no se iban a atrever a gobernar sin el PNV estuvieran descubriendo el nuevo mundo.
Y muchos se quedan con la boca abierta. Porque el acuerdo suscrito entre socialistas y populares tiene una redacción tan clara que se les entiende todo. Se nota el cambio que se va a producir en el Ejecutivo de Ajuria Enea hasta en el lenguaje. Atrás van a quedar las expresiones farragosas de los debates identitarios que se perdían por unos laberintos lingüísticos que lograban que los conceptos se perdieran en la maleza, quién sabe, si adrede. La «potenciación» del estatuto, la «normalización» del país, la territorialidad soñada y la voluntad soberana del pueblo vasco darán paso a las garantías de la libre elección de la lengua en la educación, la difusión de valores democráticos en los medios de comunicación públicos y la aplicación de la legalidad para derrotar a ETA. La p con la a, pa. Más claro que las aguas de Urdaibai.
En el PP, despejada ya la incógnita de su candidata a presidir el Parlamento Vasco -¿se han dado cuenta del enorme parecido que guarda Arantza Quiroga con la princesa Letizia?- y con los acuerdos por escrito, tal como quería Basagoiti, se han relajado.
Pero los sindicatos nacionalistas, que estaban esperando su momento, ya han salido con su huelga general. Qué casualidad. Llevaban siete años sin movilizarse. Siete. Y ahora, aprovechan el cambio de guardia para querer paralizar la actividad durante una jornada para protestar contra la patronal. Y contra el gobierno vasco. Si llevaban tiempo organizando la huelga, como dicen ¿no deberían ir contra el Gobierno saliente: es decir, contra Ibarretxe como lehendakari o contra Azkarraga como consejero? Es el primer palo en la rueda del nuevo gobierno. Todo el mundo conoce las intenciones anunciadas por Patxi López. Entre sus primeras convocatorias, una reunión con patronal y sindicatos para estudiar un plan de choque contra la crisis. ELA y LAB también lo saben. Quizás hayan convocado la huelga precisamente por eso.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 1/4/2009