El Gobierno vasco se ha querellado contra Mikel Buesa por afirmar que esa institución «financia de un modo encubierto el terrorismo». Ayer ese mismo Gobierno fue contra Jaime Larrínaga para echarlo de Maruri y hoy va contra Mikel Buesa para que deje de ser el referente moral y cívico que es.
El Gobierno vasco se ha querellado contra Mikel Buesa por afirmar que esa institución «financia de un modo encubierto el terrorismo» al destinar 197.240 euros del erario público a los familiares de los presos de ETA. Esas declaraciones las hizo el pasado 6 de septiembre durante una rueda de prensa del Foro Ermua en la que tuve el honor de acompañarle junto con otros representantes del colectivo y tras la cual ya suscribimos todos esa afirmación al día siguiente cuando Miren Azkárate anunció medidas judiciales. El Gobierno vasco tiene conocimiento de sobra desde esas fechas de que todo el Foro Ermua hace suyas las palabras de su vicepresidente, Mikel Buesa. Sin embargo ha decidido ir contra una persona para dañarla. Es el estilo de los nacionalistas, el inconfundible sello de la casa, el «label» de unos partidos y una ideología que en la teoría no creen en esa creación europea que es el «ciudadano» (por eso su Europa es la de los pueblos, las tribus…) y que en la práctica movilizan desproporcionadamente toda su artillería para acabar con esa creación que saben más vulnerable que el grupo; para intentar minar y socavar y estigmatizar y aislar y destruir al individuo, al hombre concreto al que una institución como el Gobierno vasco debería proteger. Ayer ese mismo Gobierno fue contra Jaime Larrínaga para echarlo de Maruri y hoy va contra Mikel Buesa para que deje de ser el referente moral y cívico que es.
En cuanto al contenido de las declaraciones vertidas en aquella rueda de prensa, Mikel Buesa no dijo más que lo obvio y lo que sabe muy bien el propio Gobierno vasco por más que finja hipócritamente escandalizarse. Ante esta falsa indignación a uno le viene continuamente a la cabeza el chiste ese de quien pregunta sorprendido: «¿Y por qué sabes que soy un bombero». El paisano al que le ha hecho la pregunta trata de responder con una paciencia que finalmente se le acaba: «Pues lo sé por la manera que tienes de comportarte, por tu personalidad, por tu mirada, por tu caída de ojos, por las botas que llevas, por el uniforme, por tu casco, que, efectivamente, parece un casco de bombero, y porque, por si no te has dado cuenta, llevas ya un buen rato enchufándome con la manguera, ¡so mamón!»
Traslademos el chiste al caso que nos ocupa. ¿Por qué el Gobierno vasco financia de un modo encubierto el terrorismo? Porque esos presos de ETA que van a recibir esas ayudas no han dado hasta la fecha la menor muestra de arrepentimiento sino que continúan reafirmándose y avalando con su «testimonio» la ideología criminal que los llevó al asesinato. Porque esas familias que los visitan tampoco han dado la menor muestra de dolor y solidaridad con las víctimas del terrorismo que han practicado sus amados parientes ahora en la cárcel, porque los visitan para darles ánimos y que continúen «en la lucha», para recordarles que, cuando salgan de prisión, en su pueblo les espera una calle con su nombre, el homenaje con txalaparta y el sueldo de funcionario que les ha prometido su tío del PNV, para informarles de que tal o cual sobrino o vecino de veinte años, que los admira mucho, ha pasado ya la «muga» (frontera) con el fin de seguir sus pasos, alistarse en un comando y ayudar a superar a ETA el mal momento que atraviesa. Porque con ese dinero esas familias van a costearse más pancartas y más pegatinas que hacen apología de ETA. Porque con ese dinero van a reparar el cartel que sacan todas las semanas con la foto de su terrorista por las calles vascas con la protección de la Ertzaintza o la Policía Municipal para escarnio de las víctimas. Porque con ese dinero van a organizar más ruedas de prensa y más iniciativas de todo tipo a favor de ETA así como van a ver menos resentido sus bolsillos en el pago de fianzas y de multas a los alevines del clan que por el momento sólo practican con los cócteles molotov porque no tienen todavía edad para las pistolas. Porque, con ese dinero, el mundo de ETA no sólo está recibiendo ayuda material sino también ayuda moral, la que no recibimos los amenazados. Porque, con esas partidas oficiales, el Gobierno vasco les está diciendo que no se preocupen, que tienen su apoyo, que aguanten, que se piensa mucho en ellos, que no están solos como lo están las víctimas. Resulta, sin duda, una ironía tan macabra como ilustrativa de la vileza del nacionalismo vasco que Mikel Buesa, el hombre a por el cual va ahora el Ejecutivo de Ibarretxe, sea el hermano de Fernando Buesa, un asesinado por ETA. Ese nacionalismo no sólo pone todos los obstáculos para que se persiga a ETA, no sólo hace suyos el proyecto, la ideología y los valores de ETA, no sólo desafía a la legalidad en nombre de esos valores, esa ideología y ese proyecto, no sólo olvida, niega, ofende, suplanta y deja acosar a la víctima sino que la acosa personalmente también recurriendo, si hace falta y de modo bastante inconsecuente por cierto, a esa misma legalidad a la que detesta, a la que rechaza, a la que intenta deslegitimar y a la que desafía.
Pero Mikel Buesa no está solo. La primera adhesión que ha recibido tras la del propio Foro Ermua es significativamente la de la AVT que hace suyas sus palabras. Yo es que creo que el Gobierno vasco no ha oído bien la acusación de Mikel Buesa, que es la mía. Por si no lo ha oído, se lo repetiré para que se anime a querellarse contra mí: Ustedes financian el terrorismo.
Iñaki Ezkerra, LA RAZÓN, 1/11/2004