ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC
- El PSOE ha escogido bando junto a los enemigos de la Constitución y de España
Todos los socios de Sánchez, sin excepción, comparten una aversión visceral hacia el Rey, símbolo de la unidad y permanencia de España. Es natural. Cuando Don Felipe habla de la nuestra como una «gran nación» y recuerda que «la división hace más frágiles a las democracias mientras que la unión, todo lo contrario, las fortalece», los separatistas se revuelven furiosos contra tales verdades históricas, frontalmente contrapuestas a los mitos que se han creado y alimentan con dinero público. Cuando apela a «nuestra Constitución, fruto del diálogo y del entendimiento, que representa la unión lograda entre los españoles como apuesta de futuro, de diversidad y de concordia» y llama a «fortalecer las instituciones», los seguidores de Pablo Iglesias sienten una estaca clavárseles en el corazón, toda vez que Podemos es en sí mismo un monumento a la radicalidad, nacido con el fin de fomentar exactamente lo contrario: confrontación, imposición, discordia, regreso al pasado guerracivilista y asalto a las instituciones, empezando por la Corona, piedra angular de nuestra Ley de Leyes. Una formación de extrema izquierda populista cuyo líder otorga a la guillotina los máximos honores democráticos y varios grupos situados a ambos extremos del espectro político, unidos por una misma obsesión identitaria y un mismo empeño excluyente, no pueden sino aborrecer la figura del Monarca, por lo que encarna y representa. Lo que ya no resulta tan lógico es que el presidente del Gobierno haya escogido a semejantes compañeros de viaje y los mantenga contra viento y marea, sin atreverse ni a rechistar cuando sueltan la lengua o el tuit para verter su veneno contra el Jefe del Estado. No es en absoluto lógico ni mucho menos tolerable, aunque tampoco sorprende. Basta ver el desahogo con el que él mismo se permite ocupar el lugar del soberano, saltándose el protocolo, para constatar la absoluta falta de respeto institucional, conocimiento de los usos y costumbres diplomáticos y hasta la más elemental educación que caracterizan al personaje. Dios los crea y ellos se juntan, pudiendo elegir a otros. Porque alternativas había…
Mucho se ha hablado de la obstinación con la que Albert Rivera rechazó sumar sus fuerzas a las de Sánchez tras las elecciones de abril de 2019, pero poco se ha dicho de la negativa sanchista a negociar nada que no fuera un trágala. Prefería llamarnos de nuevo a las urnas, previa campaña plagada de mentiras, para acabar echándose en brazos de todo cuanto habitaba extra muros de la Carta Magna, descartando de antemano la posibilidad de un gran pacto de Estado. Hoy son esas fuerzas antidemocráticas y antiespañolas quienes lo manejan a él, encantado de otorgarles poder e impunidad crecientes para atacar la Constitución y robarnos la soberanía. El PSOE ha escogido bando. Entre el Rey y sus enemigos ha optado por estos últimos, que lo odian con el mismo ahínco con el que aborrecen a España.