Congresos y seminarios

EL CORREO 15/10/13
FLORENCIO DOMÍNGUEZ

Durante el último año la izquierda abertzale ha invertido una gran cantidad de esfuerzos y, seguramente, de recursos económicos en organizar congresos y jornadas internacionales dedicadas a la búsqueda de consejos para la etapa del final del terrorismo. No están claros los resultados de tanto esfuerzo, tantas reuniones y tantos invitados.
En noviembre de 2012 celebró con retraso el aniversario de la Conferencia de Aiete con una nueva reunión en el palacio donostiarra que tuvo como invitado estrella a Jonathan Powell. El encuentro pasó sin pena ni gloria. Un mes más tarde, en Bayona, volvieron a organizar otra cita con fundaciones internacionales de pacificación para estudiar la declaración de Aiete. El pasado mes de marzo fue el turno del ‘foro social’ y ahora acaba de terminar la cumbre de alcaldes por la paz en San Sebastián sin más resultados tangibles que la satisfacción obtenida por los organizadores de la reunión.
La celebración de tanto encuentro internacional –uno al trimestre en el último año– podría ser un remedo de la estrategia aplicada en 2010 y 2011 cuando la antigua Batasuna buscó el arrope internacional para que personalidades del mundo le dijeran a ETA lo que los dirigentes de la izquierda abertzale no se atrevían a decirle en público: que tenía que poner fin al terrorismo. A esa lógica obedeció la Declaración de Bruselas y luego la Conferencia de Aiete.
Ahora la izquierda abertzale tiene problemas para decirle a ETA alto y claro que tiene que materializar la destrucción de sus arsenales y por eso recurre a organizar foros para que sean supuestos expertos extranjeros quienes expresen la recomendación en su nombre. Esa es la interpretación más benigna de tanto congreso internacional. También podría considerarse que a la izquierda abertzale le cuesta asumir que la normalización no supone más que la renuncia a practicar o aplaudir el terrorismo y aceptar la legalidad y las normas de funcionamiento del sistema democrático. Con tanta reunión de expertos pacificadores estaría buscando modelos exteriores con los que enmarañar la necesidad de acatar de una vez por todas su integración en un sistema contra el que ha combatido a sangre y fuego durante décadas.
La apelación a personajes del ámbito internacional encierra también el propósito de encontrar aliados que con sus tomas de postura favorables a la estrategia de la izquierda abertzale puedan presionar al Gobierno español. La capacidad de presión, sin embargo, decae en la medida en que la izquierda abertzale no puede volver a reunir personalidades de relumbrón como ocurrió hace dos años en Aiete.