LUIS ALEJANDRE-La Razón
- Es urgente y debe priorizarse en programas políticos de ilusionante nuevo cuño, consolidar y reforzar el aparato del Estado, protegiendo sin rubor a sus servidores, uniformados o sin uniformar.
En el Reino Unido el Chief of the Defense Staff (CDS) el general Nicholas Carter equivalente a nuestro JEMAD, se mantiene desde 2018 en su puesto y ha conocido a tres Secretarios de Defensa –el equivalente a nuestro ministro–, Williamson, Mordaunt y el actual Ben Wallace. Son estos los sometidos a las veleidades de la política, no los responsables de sus ejércitos. Igual sucede en Francia. El General Lacointre, Chef d´État-Major des Armées (CEMA) no sujeto a turnos entre ejércitos ni a cambios de gobierno, sigue manteniendo una estrecha relación no solo con su jefe de gobierno sino con su Presidente de la República. No es el Ministro de Defensa quien protagoniza el 14 de Julio junto a su Presidente, sino él, en representación de sus Fuerzas Armadas. En España cedemos incluso el protagonismo del Día de la Pascua Militar, día específicamente marcado desde tiempos de Carlos III para que el Rey salude a sus tropas, al político de turno.
Ni que decir tiene que dar continuidad a los cargos representa despolitización de las Fuerzas Armadas, al no relacionar a sus representantes con opciones políticas, pero sobre todo para dar seguridad jurídica a programas, cuando todos sabemos que unas eficaces fuerzas armadas deben proyectarse siempre a planes de futuro de décadas y que determinadas inversiones industriales precisan más de 20 años entre sus periodos de diseño y ejecución.
Presentado el problema, anoté una primera grave consecuencia. Los constantes cambios, –«sustitución» llamó la ministra Robles a la defenestración de Paz Esteban sacrificada por Esquerra– provocan verdaderos descalabros orgánicos. Diez minutos largos de aplauso a la cesada por parte de sus 3.000 funcionarios, constituyen todo un mensaje.
En una segunda aproximación me pregunté: «¿de qué se ríe Casteleiro?» al verla sonriente, rayana en la carcajada en su toma de posesión: ¿feliz de volver al CNI?; ¿de ocupar, al fin, el puesto de su compañera?