IGNACIO CAMACHO-ABC

  • La ventaja de las promesas de Sánchez es que ya no engañan a nadie que no esté dispuesto a autoengañarse

Al revés que en la mayoría de los políticos, la ventaja de las promesas de Sánchez es que no las cumple. Unas porque no quiere y otras porque no sabe. Así, el votante puede saber siempre a qué atenerse y luego ya, si lo desea, autoengañarse y perdonarle. Ejemplos de promesas incumplidas porque sí, porque sólo es sincero cuando miente: el pacto con Podemos, el pacto con Bildu, el pacto con los independentistas catalanes –rebajas de penas e indultos incluidos– o la regeneración institucional, el supuesto motivo de la moción de censura que iba a traer a la escena pública una corriente de aire limpio. Ejemplos de compromisos fallidos: el ingreso mínimo vital, que será vital pero no ha llegado a la mitad de los beneficiarios previstos; la gestión transparente de los fondos de ayuda europea o la ley del ‘sí es sí’, paradigma de torpeza y muestra suprema –junto a la chapuza de los trenes que no caben por los túneles– de nulidad jurídica y de inepcia técnica. Con esos precedentes aún pretende que creamos en que no va a gobernar con Otegi en el País Vasco, si le salen las cuentas, y en sus recién anunciadas medidas sobre vivienda, improvisadas por el laboratorio monclovita de ocurrencias para ver si araña algunas décimas de remontada en las encuestas.

De lo primero no hay mucho que decir, salvo que el PNV tiene razones para estar inquieto. De lo segundo, que quizá no haya que alarmarse demasiado por el impacto negativo del tope de precios porque será difícil que lo lleve a efecto. De momento, aunque lo vende como algo ya hecho y les ha regalado la primicia a sus socios, se trata sólo de un proyecto –anunciado también en 2021, por cierto– que todavía no ha arrancado su tramitación en el Congreso y que promete numerosos enredos. Lo aprobarán por el método de urgencia y durante un tiempo armarán un descalzaperros tan ineficaz como, eso sí, molesto. Hasta que, sin tardar demasiado, la realidad o un relevo de poder obliguen a rectificarlo. Y sobre las cincuenta mil viviendas nuevas, la ministra del ramo matizó ayer que, bueno, es un cálculo a veinte años. Para empezar, el parque inmobiliario de la Sareb es un chicharro, un paquete de solares abandonados y edificios que no han logrado recolocar los bancos, muchos a medio construir y en su mayor parte lejanos de las zonas de alquiler ‘tensionado’. Y luego, pensar que un Gobierno que en un lustro no ha levantado una promoción puede poner en marcha –sin competencias, además– una operación de esa importancia es simplemente una fantasía para consumo de almas cándidas, esa clase de personas dispuestas a dejarse embaucar con cualquier señuelo de campaña por afinidad ideológica o por ofuscación sectaria. Si esta gente tan cualificada ni siquiera es capaz de redactar en el BOE una norma sin graves taras, como para fiarse de que sepa hacer casas. La empresa Construcciones Sánchez es una Sociedad Unipersonal de Responsabilidad (muy) Limitada.