Hasta hace muy pocas horas parecía existir una pelea interna en Cs por el destino final de Arrimadas. Para unos, su lugar era Cataluña; para otros, el Congreso de los Diputados. La realidad es que desde Madrid, Arrimadas puede seguir siendo un referente catalán de Ciudadanos y, a la vez, una aportación decisiva a la política nacional. Carece de sentido la amortización de su figura en un escenario político e institucional como el catalán en el que el Parlamento está cerrado, el Gobierno no gobierna, el presidente es un corresponsal de Waterloo y los partidos separatistas son tributarios de la encerrona histórica en la que se introdujeron en otoño de 2017.
La realidad es que desde Madrid, Arrimadas puede seguir siendo un referente catalán de Cs y, a la vez, una aportación decisiva a la política nacional
En las dos últimas elecciones generales, Ciudadanos obtuvo 40 escaños y 3.500.446 votos (diciembre de 2015) y 32 diputados y 3.123.769 sufragios (junio de 2016). Su actual pretensión de protagonizar la política española frente al PP y al PSOE requiere superar en mucho esas cifras. Y tal empeño no será posible si el partido no pone todos sus activos —entre ellos Arrimadas— al servicio de la causa.
La decisión de Cs de no pactar el Gobierno con los socialistas de Sánchez es arriesgada aunque tiene algunos elementos estratégicos valiosos: esquina al PSOE y lo empuja a colaborar con un deprimido Podemos y, eventualmente, con los nacionalistas vascos y los independentistas, y formula su competencia con el PP de Casado en unos términos inequívocos. Arrimadas colabora en esa estrategia con una imagen moderada y luchadora frente a los secesionistas.
Hoy por hoy, Cataluña no es un ascensor social ni político. Lo es Madrid y la política nacional. El sitio de Arrimadas está en el Congreso de los Diputados
¿Pierde la centralidad Cs con tal decisión? Está por ver. Porque, sea Ciudadanos o no el protagonista del centro (lo es más con Inés Arrimadas), el PSOE de Pedro Sánchez no puede atribuirse tal condición por más que un algodonoso discurso presidencial trate de hacer olvidar los ocho meses de Gobierno en los que se entendió con un separatismo que le causó al socialismo la derrota en Andalucía y le hizo fracasar con los Presupuestos pese al encuentro de Sánchez con Torra en Pedralbes el pasado 20 de diciembre.
La tendencia de los partidos en las autonomías —ocurrió también en el País Vasco— es siempre la misma: mantener a sus líderes de éxito en la comunidad, «secuestrándoles» para la política local. Hoy por hoy, Cataluña no es un ascensor social ni político. Lo es Madrid y la política nacional. El sitio de Arrimadas está en el Congreso de los Diputados.