La memoria histórica presenta dos particularidades curiosas: que el recuerdo se aviva tanto más cuando más años pasan de los hechos; y la afición de sus adeptos a discriminar a las víctimas por colores. Los asesinados en la zona republicana ya fueron honrados por la dictadura, dicen, como si la democracia se distinguiera de la dictadura por una arbitrariedad de signo contrario.
Un selecto ramillete de eso que en alegre hipérbole llamamos aquí «las fuerzas de la cultura» presentó ayer un video de la factoría ‘Hay motivo’. Las fuerzas del trabajo y de la cultura, se decía reverencialmente en el antifranquismo de cuando Franco, una rareza que estaba entonces muy lejos de despertar el entusiasmo de masas. En este caos conceptual en el que nos movemos es bastante normal que se hayan quedado en las fuerzas de la cultura, muy especialmente después de que Dolores de Cospedal haya reivindicado para el PP la condición de ser el partido de los trabajadores, decíamos ayer.
El video lleva por título ‘Cultura contra la impunidad’ y consta de quince testimonios apócrifos de quince víctimas del franquismo, leídos por un director de cine, dos escritores, un cantante y once actores. Cada testimonio se cierra con una descarga de fusilería. El País ha dado al hecho honores de portada, en la que reproduce un fotograma del video. Es Pedro Almodóvar encarnando la personalidad del aviador Virgilio Leret, que el 18 de julio de 1936 se negó a subir a su avión para sumarse a la rebelión.
La memoria histórica presenta dos particularidades bien curiosas: la primera es que el recuerdo se aviva tanto más cuando más años pasan de los hechos. La segunda es la afición de sus adeptos a discriminar a las víctimas por colores. Es un rasgo socialdemócrata; en la aplicación de la Ley contra la Violencia de Género, también se discrimina según el agresor y la víctima sean varones o mujeres.
Estas cosas llevan a una cierta aporía: en una pareja lesbiana, la agresora debería ver endurecida la pena por ser mujer la víctima mujer. Al mismo tiempo, debería verla rebajada por ser mujer ella misma. Antes, cuando el franquismo que estos combaten ahora, el Código Penal contemplaba una circunstancia agravante de los delitos cuando las víctimas eran mujeres, que era ‘Desprecio de sexo’. Al llegar la democracia, el poder legislativo pensó razonablemente que esa tutela sobre las mujeres era inaceptable y la suprimieron hasta que llegara Aído.
Análogamente, esta manera de sexar a las víctimas de la memoria histórica lleva a un problemaal discriminar a los asesinados por colores. Los asesinados en la retaguardia zona republicana ya fueron honrados por la dictadura, dicen, con argumento que tiene dosis equilibradas de inmoralidad e idiocia, como si la democracia se distinguiera de la dictadura por una arbitrariedad de signo contrario.
Curiosidades: el franquismo no entregó los restos de los asesinados en Paracuellos a sus familiares. se limitaron a poner cruces a manta sobre aquellas siete fosas gigantescas. ¿Qué pasa con las víctimas de izquierda que murieron a manos de la izquierda? Las víctimas de la represión de Barcelona en 1937, el POUM. Hace un par de años se comentó que en terrenos de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares se encontró una fosa con nueve cadáveres, entre los que podía estar el de Andreu Nin. ¿Buscan a Nin las AARRMMHH? Recuerden el caso de Singra, (Teruel) donde la ARMH Pozos de Caudet buscaba los cadáveres de 29 fusilados de Calamocha y encontró los restos de 36 soldados de ambos bandos muertos en hecho de guerra. Aquellos huesos estuvieron más de un año en cajas de cartón en una escuela abandonada del pueblo. ¿Qué fue de la 84 Brigada Mixta del Ejército Popular, fusilada en su totalidad por orden de sus jefes y de la que hemos tenido noticia por un gran libro de Pedro Corral?
Pero está la memoria insobornable de La Mancha, Pedro Almodóvar. «En los tuétanos tiembla despabilado el odio y en las médulas arde continua la venganza», escribió Rafael Alberti. Pedro, cabeza visible de ‘Cultura contra la impunidad’, asume la personalidad de su víctima en un documental rodado aproximadamente en las mismas fechas en las que exponía su manera de ejercer el antifranquismo ¡en 1980!:
«Cuando hice mis primeras películas en 1980, tenía como norma no citar a Franco. Negaba su existencia. No era falta de memoria, sino que me parecía la mayor de las protestas. Las chicas delirantes de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón no habían nacido en la dictadura. Mi venganza era no recordar su existencia».
Dirán ustedes que Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón ya habían nacido cuando fusilaron a Grimau y ya eran púberes canéforas a la muerte de Franco. Como el propio Almodóvar, que andaba por los 30 cuando se vengaba de Franco con el ensañamiento de su indiferencia. Qué grotesco es todo.
Santiago González en su blog, 15/6/2010