MIQUEL ESCUDERO-EL CORREO

Dónde están los pacifistas de antaño? Ante la destrucción sistemática que nos asola (en Ucrania, pero no sólo en ella), parece haber no ya apatía sino una morbosa condescendencia, justificada por tratarse de un ‘asunto de geoestrategia’. Todo esto produce verdadero asco y preocupación, en especial por la suerte concreta de las víctimas: miles y miles de personas con nombre y apellidos. Muertos y heridos sin cuento, mutilados, desplazados, vidas rotas. A muchos nada les importan todas estas miserias. ¿Qué dirían si esa pesadilla les llegara a afectar a ellos de pleno?

Hace cien años justos que hubo una guerra civil en Irlanda y, durante once meses, se desató la discordia más radical entre los propios nacionalistas. Se estableció el Estado Libre de Irlanda que casi treinta años después, en 1949, se convertiría en la República de Irlanda. Senador de aquel Estado Libre fue el dramaturgo y poeta William Butler Yeats, más conocido por Yeats, que al poco obtuvo el premio Nobel de Literatura, en 1923.

Quiero referir dos de sus versos más conocidos: «Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores / están llenos de apasionada intensidad».

Lo he comentado en otras ocasiones, más allá de la intención de un autor, es posible dar con una fusión de horizontes y perspectivas de los distintos lectores. Una ola envolvente que no tiene por qué concluir en una única interpretación. No es una pintura ni la foto de algo acaecido.

Las convicciones no son exclusivas de nadie. Mucha gente está convencida de cosas contrarias unas de otras. Y, sin embargo, la convivencia sólo es posible cuando hay respeto a las personas, no a las ideas.