IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

El pasado 28 de abril, en una entrevista concedida al diario más amigo, la vicepresidenta primera aseguró que «no hay una espiral de precios». Nuestra confianza en Nadie Calviño, que era enorme al principio de su mandato, se resquebraja por momentos. Luego dijo que en marzo habíamos superado el pico de los precios y que en adelante iban a descender de manera evidente. Ya vemos. No tengo ni idea de cómo deberíamos calificar la actual subida de dos dígitos -exactamente el 10,2% registrado en junio-, que es la mayor subida desde 1985, pero entiendo que su preocupación por estas subidas le hayan llevado a ‘dimitir’ al presidente del INE. Seguro que es más fácil conseguir que el siguiente ‘recalcule’ los datos de manera favorable que lograr unos precios mejores de los tomates y el pan, y mucho más barato que rebajar los impuestos que gravan a la energía.

El problema, entre otros, es que esto va a desencadenar una secuencia infernal. Vaya primero a las declaraciones de esta misma semana realizadas por la presidenta del Banco Central Europeo en el sentido de que hará «lo que sea necesario para mantener los precios en el 2%» -un arduo trabajo por delante-, que todo el mundo financiero entendió como la confirmación de que está dispuesta a subir los tipos de interés cuanto sea necesario. Luego, recuerde que a partir del mes que viene va a abandonar las compras de deuda, lo que acostumbra a desatar las diferencias entre las primas de riesgo de unos países, las cigarras, con las de otros, los hormigas. A continuación, vuelva a las palabras de Christine Lagarde cuando aseguró, también, que no va a consentir que se alejen demasiado entre sí para evitar la fragmentación de los mercados financieros europeos.

Agite todos los ingredientes y ¿qué tendremos? Pues a los ‘hombres de negro’ llamando a la puerta. ¿Cómo vamos a compatibilizar una inflación tan elevada con unos tipos de interés tan bajos, con unos gastos crecientes, a las puertas de una recesión y sin que exploten las primas? El Gobierno nos quiere vender que sus medidas han evitado más de tres puntos de inflación. Es una trola de primera, pero el problema no es ese. El problema es que los tipos reales se encuentran en un lugar absurdo -entre el -6% y el -7%-. Algo nunca visto, creo, que no puede ser duradero si creemos las enseñanzas que recibimos en los libros que estudiamos. ¿Perdimos el tiempo haciéndolo? Quién sabe. De momento, agárrese los machos, que esta situación es insostenible. La inflación acogota a los ciudadanos … y derriba gobiernos.