EL MUNDO – 24/04/15 – VICTORIA PREGO
· José Antonio Griñán y Manuel Chaves no son sólo el obstáculo para que Susana Díaz sea investida presidenta del Gobierno andaluz. Lo digo porque parece que la cuestión que les atañe ha quedado últimamente reducida a eso y nada puede estar más lejos de la realidad. Independientemente de que Griñán haya decidido renunciar a un escaño que no iba a poder ocupar en ningún caso porque el Parlamento andaluz no le habría vuelto a proponer en esta ocasión, y de que Manuel Chaves se esté resistiendo a dejar su puesto en el Congreso de los Diputados, lo que estos dos políticos representan va mucho más allá de los apuros de una Susana Díaz agobiada por la necesidad de un voto.
Estamos hablando de la mayor trama de fraude descubierta en España, un robo sistemático organizado desde el poder en cuya cúpula se sentaron durante décadas estos dos señores. Nadie alberga sospechas sobre la limpieza personal de su gestión. Es decir, nadie piensa que ellos se hayan beneficiado particularmente del robo, cosa que sí hizo, entre tantos otros, Javier Guerrero, director general de Empleo. Pero la cuestión es otra.
Lo que se reprocha por la sociedad a los dos ex presidentes es que hayan tolerado y amparado durante más de una década una organización delictiva, lo cual les convierte inmediatamente en culpables ante la opinión pública, ya veremos si también ante los tribunales. Por eso, para esta España atravesada por la corrupción, resulta irrelevante que Griñán se vea obligado a renunciar a un segundo mandato como senador y que su antecesor no haya decidido aún si piensa seguir ocupando su papel de diputado, cosa que podría hacer pero sólo hasta noviembre, porque en Ferraz ya han sugerido que se lo van a quitar de encima y que no estará en las próximas listas electorales.
Todo esto importa únicamente a su sucesora en el cargo, que no ha encontrado la estabilidad que buscaba cuando adelantó las elecciones andaluzas y que está condenada a gobernar en una situación mucho más complicada que la que tenía cuando decidió apostar 10 a uno por ella misma.
Ahora Díaz pende de la decisión de Chaves porque sin su renuncia no tendrá la posibilidad de correr a suplicar el respaldo de Ciudadanos a su investidura. En la dirección nacional del PSOE parecen no tener ninguna prisa por levantar la presión sobre su baronesa. Es la sutil venganza de Sánchez por los desplantes y hasta las humillaciones de que ha sido objeto en el pasado por parte de la presidenta andaluza. Al final, todo el drama se está desarrollando en el interior del corralito socialista, cuajado de pasiones.
Pero fuera de él lo que se dirime es infinitamente más grave y más trascendente. Y la última palabra sobre eso no está todavía dicha.