Corrupción, secesión

EL MUNDO – 22/10/15 – ARCADI ESPADA

· Una de las preguntas recurrentes ante el proceso independentista desencadenado por el presidente Artur Mas alude al papel que han jugado los empresarios. Cómo es posible que una gran parte del empresariado catalán haya asistido pasivamente a su desarrollo, teniendo en cuenta que la independencia perjudicaría global y drásticamente a la economía y que los empresarios no son, hablando en general, ideológicamente partidarios de la secesión.

La respuesta, concreta y metafórica, surge en gran medida de operaciones como la que la guardia civil desarrolló ayer en diversas poblaciones de Cataluña. El foco mediático iluminó fundamentalmente al administrador de Convergència y de la fundación Catdem, el depauperado señor Andreu Viloca, que fue detenido.

Pero lo cierto es que la policía detuvo a 10 personas más, 6 de las cuales eran empresarios, y que se registraron empresas de diversos municipios de Cataluña. Desde el año 2009, cuando se produjeron las primeras imputaciones por el caso Palau, decenas de empresarios han sido investigados por delitos relacionados con la corrupción de Convergència. Es decir, que la acción policial no se ha limitado a los que supuestamente se beneficiaron de las comisiones, sino también a los beneficiarios de los contratos que esas comisiones facilitaron. La corrupción, como todas las expansiones interesantes, es siempre cosa de dos.

Las relaciones que se establecen entre corruptor y corrompido son bastante similares a las del chiste del dentista y su paciente. No vamos a hacernos daño. Es una exageración atribuir la obstinación en el proceso secesionista a la necesidad de protección de los intereses corruptos de los dirigentes de Convergència. Pero la corrupción del régimen nacionalista, puramente sistémica, ha influido decisivamente en el proceso. El independentismo no ha surgido como una inesperada flor política al margen del sistema.

Ha sido una gran parte del sistema la que se ha movido pesadamente hacia el independentismo. No ha sido la decisión de un partido nuevo sino el giro inesperado de un viejo partido, deudor y acreedor al tiempo en una compacta trama de intereses. La principal extorsión que Convergència ha practicado con los empresarios ha sido la del independentismo. Pero solo porque antes los extorsionó eficazmente con aquel porcentaje que, de forma muy optimista, el Maragall visionario había cifrado en el 3%.