Jiménez Losantos tiene, no lo voy a descubrir ahora, un notable talento motejador, que le llevaba ayer a titular la impresionante entrevista de Ferreras al doctor Sánchez como ‘Gorilas en la niebla’, la película de Michael Apted. Uno entiende la broma, el guiño sobre Ferreras, pero se inclinaría por un título más clásico, pongamos ‘King Kong’, por el singular y porque al presidente le tocaba por descarte el papel más agradecido, el que interpretaron en las versiones cinematográficas Fay Wray, Jessica Lange y Naomi Watts.
Por lo demás, Pedro Sánchez también recordaba a Susan Vance, el personaje de Katharine Hepburn en “La fiera de mi niña’, de la que decía el abogado Peabody: “nunca se entenderá nada mientras ella se empeñe en explicarlo todo”. El Gobierno había elegido bien al entrevistador y la cadena. El horario de la entrevista venía de perlas para desaguar en ‘El Intermedio’, ese informativo que pastorea el Gran Wyoming, tan a juego.
El Gran Ferreras empezó por el Apocalipsis: “Presidente, ¿hay riesgo de una tercera guerra mundial?” Y el presidente, en una actitud que mantuvo sin desmayo en toda la entrevista, respondió: “Eso es lo que debemos evitar y para eso es imprescindible medir las palabras”, sin aclarar si quería medir las suyas o las de Putin. Medir las palabras y pararle los pies a Putin, una expresión que debe a sus socios de Unidas Podemos, son dos herramientas fantásticas, mano de santo para la paz. Y todo en este plan. Respondió a todo sin explicar nada, hasta el punto de que Ferreras tuvo que recordarle alguna obviedad. No se podía saber o todos lo hacen. Cuando le recordó que había cambiado de posición muy recientemente sobre el envío de armas a Ucrania, respondió que “hasta Suiza ha cambiado” y “también EEUU ha cambiado respecto a Venezuela”. “No ha faltado diplomacia; ha sobrado agresión”. “¿Se lo ha dicho a sus socios de Gobierno?”, preguntó el marido de Ana Pastor. “Yo les dije en las Cortes Generales que su actitud no era la correcta, pero en lo fundamental estamos todos de acuerdo”. La ministra de Defensa le ha contado que “los ucranianos que reciben los chalecos antibalas se abrazan llorando a quienes se los entregan”. No hubo anuncios concretos, pero sí un desparrame de buena voluntad. Hay tres millones de fugitivos ucranianos, pero ya hemos recibido en Gijón a 114 menores. Él se ha comprometido a aumentar el gasto militar hasta el 2% que pide la OTAN. Todos sus socios se han manifestado en contra: su vicepresidenta segunda y Unidas Podemos, Bildu , Más País, Compromís y ERC.
Se puso en registro Calimero cuando le recordó lo de Feijoó, el Gobierno se está forrando con el aumento del precio de la luz y los carburantes, dado que el 50% son impuestos. En tono de sufrida resignación dijo que ese dinero va a las CCAA y que es para sostener el Estado del bienestar. Si se lo gasta la izquierda es para el bienestar, aunque sea para las chochocharlas del Ministerio de Igualdad.
Pedro Sánchez cantinfleó a lo largo de la media hora un poco larga que duró el masaje con final feliz que le dedicó Ferreras. Rebeca Argudo, que es más correcta y más decente, lo comparó con el beso que le estampó en los morros Iker Casillas a Sara Carbonero en el Mundial de Sudáfrica. Eso es todo y así está el tema.