Editorial, EL CORREO, 4/2/12
La denuncia de Urkullu compromete el sentido de responsabilidad del PNV y obliga al Gobierno López a demostrar su solvencia
El presidente del EBB, Iñigo Urkullu, hizo pública ayer una denuncia tan rotunda como sorprendente al señalar que la situación de las finanzas del Gobierno vasco es de «emergencia», y que Euskadi se encuentra en riesgo de «quiebra inminente», justificando su comparecencia por la llamada «desesperada» que al parecer habría recibido de un influyente consejero del Ejecutivo López, cuya identidad no quiso desvelar. La sospecha de insolvencia que extiende el presidente del EBB no solo apunta a una supuesta negligencia y opacidad en la administración de las cuentas públicas por parte del Ejecutivo vasco si no que afecta a la credibilidad financiera de Euskadi precisamente cuando el buen gobierno de las comunidades autónomas está en entredicho ante las instancias internacionales. Lo que exige, en el caso de la autonomía vasca, la máxima lealtad entre las tres diputaciones forales competentes en la recaudación tributaria y en parte del gasto público y el Gobierno común que asume el grueso del mismo a cuenta de lo que las haciendas territoriales le aportan. Por eso mismo resulta exigible deslindar la liza partidaria del ámbito de colaboración en el que deben moverse las instituciones, con arreglo al propio basamento jurídico de la hacienda autónoma vasca y para minimizar las tensiones propias del heterogéneo color político de sus respectivos órganos de gobierno. Los síntomas de agotamiento de legislatura que la oposición parlamentaria puede percibir en la actuación del Gobierno López no deberían mezclarse con la supuesta existencia de un déficit encubierto. Este último extremo tendría que dilucidarse bien a través del Consejo Vasco de Finanzas, solicitando institucionalmente una convocatoria urgente de éste, bien mediante la labor de control que en este caso el PNV tiene la posibilidad de ejercer en la Cámara vasca. Y si en realidad la llamada «desesperada» a la que se refiere Urkullu es una solicitud lógica de cooperación, en sintonía con la disposición mostrada por el propio presidente del EBB, el PNV debería rebajar de inmediato tan airada denuncia para dotar del máximo crédito posible a las finanzas vascas. La comparecencia de Urkullu ayer fue un golpe de efecto que compromete la credibilidad del PNV como formación responsable y la de su líder reelegido, pero que sitúa al Gobierno López ante la imperiosa necesidad de demostrar día a día su solvencia y la liquidez de sus arcas.
Editorial, EL CORREO, 4/2/12