“El sin precedentes asesinato del oficial de policía francés por el grupo terrorista vasco Eta marca una crítica, posiblemente incluso terminal, salida de su medio siglo de campaña a favor de la independencia del estado vasco…” Así comienza el editorial del periódico de Dublín al analizar el significado del atentado contra el policía francés, Jean-Serge Nérin, y las consecuencias que deberían derivarse.
El sin precedentes asesinato del oficial de policía francés por el grupo terrorista vasco Eta marca una crítica, posiblemente incluso terminal, salida de su medio siglo de campaña a favor de la independencia del estado vasco. Pondrá a los miembros de Eta bajo una enorme presión por parte de las fuerzas de seguridad francesas y, más importante, acercará al grupo hacia la ruptura con sus propios seguidores en el lado español de la frontera.
ETA reivindica que las provincias vascas de Francia y España sean un estado independiente, pero su gran disputa ha sido siempre con Madrid, no con París. Durante estas últimas décadas Eta ha disfrutado además de un importante apoyo de las autoridades y del público franceses.
Vieron su lucha contra la dictadura del general Franco como algo bastante parecido a la guerra de guerrillas realizada por sus propios Resistentes con los nazis. Tanto es así que los franceses dieron oficialmente estatuto de refugiado político a los líderes de Eta incluso después de que España hubiera avanzado hacia la democracia, causando una gran frustración en Madrid. De hecho, París sólo comenzó a extraditar a España a presuntos terroristas seriamente a finales de los 80, después de que importantes miembros de la administración española hubieran dirigido una sangrienta campaña de guerra sucia contra Eta en suelo francés, que costó vidas tanto de inocentes ciudadanos franceses como de presuntos activistas.
Los recuerdos de esta oscura época se han revivido esta semana con el misterioso descubrimiento del cuerpo de un militante de Eta, Jon Anza, en una morgue francesa. Pero mientras todos los demócratas tienen que pedir que semejantes muertes sean investigadas totalmente, la evolución del asesinato del martes cerca de París privará a los radicales de un importante valor propagandístico en Francia. El policía Jean-Serge Nérin fue tiroteado mientras 10 miembros de Eta se resistían a ser detenidos.
Aunque Eta considere “legítimos” objetivos políticos a las fuerzas de seguridad españolas, habitualmente sus miembros han considerado intocable a la policía francesa, incluso durante persecuciones en caliente. Cualquiera que sean los objetivos políticos a largo plazo, el “santuario francés” era un recurso demasiado valioso en la campaña contra España como para ser puesto en riesgo. Sin embargo, la cada vez más incondicional (y muy exitosa) cooperación entre las fuerzas de seguridad francesa y española de los últimos años, ha cambiado esta forma de pensar hacia una nueva temeridad. Ahora ha encontrado el verdadero significado para ETA aunque a un precio muy elevado: la intensa vigilancia de la policía francesa ha llevado ahora a uno de los suyos a un destino muy familiar para los agentes españoles.
Probablemente Eta podría sobrevivir a semejante presión si continuara teniendo el apoyo incondicional de esos sectores de la sociedad vasca española que siempre le han permitido tener nuevas incorporaciones. Sin embargo, en los últimos meses las declaraciones de una parte de este grupo se ha ido moviendo hacia un rechazo de la violencia. A raíz del asesinato de Nerin, se han multiplicado los llamamientos de grupos radicales a Eta para que apoye inequívocamente una estrategia puramente democrática. Queda por ver si la dirección de Eta tiene la suficiente pericia y el suficiente valor residual para hacer el único gesto positivo que le queda – su propia disolución incondicional.
THE IRISH TIMES, 19/3/2010