IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • Alguien ha decidido que no hay sitio para un partido social, liberal y moderno

Es el lema que ha adoptado Edmundo Bal en esa candidatura que acaba de lanzar como alternativa a la actual dirección de su partido: «Ciudadanos de nuevo». En ese afán de recuperar las señas fundacionales del naranjismo se empleó a fondo en su presentación a los medios recordándonos que «liberalismo», «progresismo» y «conciencia social» son conceptos incompatibles con los nacionalismos. O sea, lo que es obvio pero la derecha española sólo reconoce en un bajo tono (el que le ha permitido pactar con el PNV y el pujolismo o imitarlos en Valencia y en Galicia) y lo que la izquierda lleva décadas intentando negar para ir aún más lejos y justificar sus apaños o enjuagues de poder hasta con el secesionismo catalán y vasco en sus versiones más virulentas.

La verdad es que Edmundo Bal es la única posibilidad que hoy tiene de salir a flote esa formación política que este país necesita como el agua porque las opciones que compiten en su espacio electoral no encarnan más que los tediosos errores del pasado. Yo es que creo que hay algo de chantaje y también de populismo de ‘tente mientras cobro’ en esa consigna de que ‘lo importante ahora es echar a Sánchez’ y de que por eso no queda otra que votar al PP o a Vox, al hombre del tiempo o a las huestes de Don Pelayo. ¿Y si lo que pasa es que Sánchez no nos deja ver el bosque?

El bosque sería una repetición de los desideologizados polvos marianistas que han traído estos populistas lodos o -peor todavía- un populismo épico de derechas como el de Abascal, que cierra todos los horizontes de esperanza para la regeneración democrática de este país. El postsanchismo no puede liquidarse como se liquidó el postzapaterismo porque, si repetimos la jugada, nos toparemos en una o dos legislaturas con algo aún peor que Sánchez, aunque sé que es difícil imaginarlo.

Sí. Aquí hay alguien que ha decidido que no hay sitio para un partido social, liberal, paisano y moderno que no huela a nacional-capillismo ni a moho pijo-rancio. Aquí hay más de un enterrador vocacional que ha hecho dogma doctrinal de que el pastel electoral se lo debe repartir el Dúo Dinámico. Aquí hay unos pescadores de río revuelto que no perdonan los errores de Cs como si los demás partidos no se hubieran equivocado nunca y algunos no fueran un error en sí mismos. La capacidad de decepcionarse y decepcionar es inherente a la condición humana.

De acuerdo, Rivera y Arrimadas se equivocaron. Pero hay un tal Edmundo Bal que tiene una larga, ética y coherente trayectoria profesional. Un tipo que por de pronto acierta en lo que algunos consideran su defecto: que no responde a la actual mercadotecnia electoralista. Yo es que tengo ganas de votar a alguien que no sueñe con salir en el ‘¡Hola!’.