PEDRO JOSÉ CHACÓN DELGADO, EL CORREO – 16/05/14
· Mientras la famosa película derriba barreras de incomprensión, el lehendakari azuza las diferencias.
El lehendakari Urkullu, en su primer acto de campaña para las próximas europeas del 25 de mayo, en Durango, acompañado por el presidente de su partido y altos cargos de su Gobierno, arropando a su candidata a europarlamentaria Izaskun Bilbao, pulsó de nuevo la tecla más rupturista, poniéndose del lado de Mas y defendiendo su reciente encuentro en secreto con él en Ajuria Enea, del que dio luego cuenta a la prensa en una escueta nota. Y eso que en una entrevista publicada en Semana Santa, el mismo Urkullu había dejado claro, preocupado porque un camino como el catalán frustre a la sociedad vasca, que ahora no es momento para hablar de independencia y que su procedimiento sería distinto, basado en la negociación y el acuerdo. De nuevo las dos almas del PNV a la palestra: radicalidad cuando estamos entre los nuestros, prudencia cuando se trata de mirar hacia fuera. Lo de siempre.
Pero hete aquí que en la defensa de su entrevista con Mas, ante las críticas recibidas de todos los partidos, unas por las formas, otras por el fondo y otras por ambas cosas, Urkullu introdujo un recurso que sonó cuando menos raro, poco usual en sus argumentaciones contra los partidos españolistas, pues a ellos iba dirigida expresamente su diatriba. Dijo que con Mas compartía el mismo norte, textualmente que «tenemos el mismo norte», y continuaba así: «¿Y qué recibimos del sur? ¿Qué recibimos del PP y del PSOE? Resistencia a cumplir el Estatuto de Gernika, portazo al nuevo estatuto político, cepillado al Estatuto catalán, negativa a la ley de consulta vasca y catalana». Puestos a calibrar la nueva expresión, también había en ella un poco de lo de siempre, situando lo vasco y lo catalán de espaldas a lo español, como si en Euskadi y Cataluña no hubiera ni PP ni socialistas, o como si estos, radicados allá por el sur, fueran ajenos a lo vasco y a lo catalán. Pero, aun así, había algo que sonaba extraño: ¿norte y sur? ¿A qué venía esto ahora?
El caso es que mientras leía lo del norte y el sur me acordé del conocido chiste, que forma parte ya de los más comentados dentro del fenómeno social en que se ha convertido la película ‘Ocho apellidos vascos’, aquél en el que Karra Elejalde le dice a Dani Rovira: «Me recuerdas a otro novio de mi hija que era del sur. De Vitoria». Pero dejé eso para otro momento y volví de nuevo a las cosas serias, empeñándome en encontrar las claves de un manejo novedoso y peculiar de los conceptos, al que tan acostumbrados nos tiene el nacionalismo en todas sus versiones, como acaba de poner de manifiesto Manuel Montero con su nuevo libro.
Pero lo cierto es que no me conseguía quitar de la cabeza el chiste de la película. Les pregunté a quienes ya la han visto, que son legión a mi alrededor, por ver si en la película se mencionaba explícitamente lo del norte y el sur. Parece ser que, aparte del chiste de Vitoria, no hay más alusiones directas al norte y al sur en los diálogos. En la canción de la banda sonora, no obstante, la cantante dice que «perdió el norte», se entiende que por enamorarse de un chico del sur. Pero donde más explícito se hace el contraste es en el tráiler oficial de la que ya es la película más taquillera de la historia del cine español, donde se va introduciendo, en medio de escenas hilarantes, una frase que, completa, dice así: «Cuando el sur y el norte chocan el conflicto alcanza proporciones épicas».
A todo ello hay que añadir que, entre la infinidad de críticas cinematográficas sobre esta película, tanto en prensa escrita como en internet, la mayoría aluden a ese tema central de los tópicos del norte frente a los tópicos del sur, representados por cada uno de los dos personajes centrales de la misma, quienes al final, como se sabe, consiguen derribarlos, cual barreras de incomprensión que caen entre ellos y también entre nosotros, liberándonos así, entre risas, de muchas de nuestras pesadillas y aberraciones. Y precisamente en la misma entrevista de Semana Santa, en la que el lehendakari Urkullu se prevenía ante la posibilidad de trasplantar a Euskadi el modelo catalán, y en la que nos daba la versión moderada y sensata del nacionalismo, confesó que había visto ‘Ocho apellidos vascos’, eso sí, «sin más pretensión que la de pasar el rato». Y no lo debió de pasar mal, porque reconocía que hubo momentos en los que se rió.
Con lo cual se cerraba el círculo de mis especulaciones, sobre lo del norte y el sur en la intervención de Urkullu en Durango, por la parte más imprevista y a la vez más natural. Uno oye hablar de una película a todo el mundo, lee incluso los comentarios sobre la misma en la prensa, va a verla, la comenta e interioriza que estamos ante un fenómeno a escala europea, en el cual la comedia costumbrista toma la delantera a los típicos productos de Hollywood enmarcados en culturas ajenas y en identidades lejanas. Ejemplos los tenemos en todo nuestro entorno cultural, empezando por Francia, con su ‘Bienvenidos al norte’, siguiendo por Italia, con su ‘Bienvenidos al sur’, y con películas parecidas también en otros países como Gran Bretaña o Alemania.
El lehendakari, o el círculo de asesores con el que prepara sus intervenciones, ha captado del ambiente social lo que ahora mismo bulle en todas partes: la película de marras con su contraste entre sur y norte. Pero el caso es que en Durango, llevado por la típica inercia nacionalista del conmigo o contra mí, y mientras la película supera tópicos, derriba barreras de incomprensión y se ríe de viejos prejuicios, que es lo que explica que la hayan visto ya tantos millones de personas, el lehendakari Urkullu volvió a azuzar las diferencias entre norte y sur, con aire cejijunto e incomprendido, hablando de resistencias, portazos, cepillados, negativas, silencios y desprecios. Pues yo que él me iba a ver otra vez la película.
PEDRO JOSÉ CHACÓN DELGADO, EL CORREO – 16/05/14