Cuarenta años sin saber de Pertur

GAIZKA FERNÁNDEZ SOLDEVILLA – EL PAIS – 23/07/16

Fernández Soldevilla sostiene un cartel de su libro.
Fernández Soldevilla sostiene un cartel de su libro.

· Eduardo Moreno Bergaretxe fue víctima de la violencia a la que pretendía poner freno. Sin él, la dramática historia reciente de Euskadi lo habría sido todavía más. Los responsables de su desaparición deberían decir dónde está el cadáver.

Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur,fue visto con vida por última vez el 23 de julio de 1976 en el País Vasco francés. Según un testigo ocular, aquella mañana, en San Juan de Luz, se subió a un automóvil con otros dos miembros de ETA político-militar, Francisco Mujika Garmendia, Pakito, y Miguel Ángel Apalategi, Apala.Ambos declararon que se habían encontrado con Pertur por casualidad y que este les había pedido que lo llevaran a un punto cercano a la frontera con España, donde tenía una misteriosa cita. Supuestamente lo dejaron allí. Nunca más se supo de él.

Una vez la familia Moreno Bergaretxe denunció su desaparición, y no antes, tres grupos terroristas de ultraderecha reivindicaron su asesinato. Al fin y al cabo, Pertur no solo era el líder político de ETApm, sino que se había convertido en la cara visible de la banda tras negociar el rescate de Ángel Berazadi. En abril de 1976, cuando los allegados del empresario secuestrado se declararon incapaces de sufragar la cantidad que se les exigía, Berazadi fue asesinado. En el Comité Ejecutivo de ETApm Moreno Bergaretxe había votado en contra de la “ejecución”, pero ese dato no había trascendido. Así pues, durante el verano de 1976, en el que el recuerdo de Pertur estuvo muy presente en las consignas políticas, toda la oposición culpaba a la extrema derecha o a la policía de su muerte.

No obstante, no tardaron en aparecer dudas respecto a dicha atribución. Ya en septiembre de 1976, durante la VII Asamblea de ETApm, hubo acusaciones veladas contra los Komando Bereziak (los Comandos Especiales), un sector extremista y pretoriano opuesto a la renovación estratégica de la organización que Moreno Bergaretxe había propuesto en la Ponencia Otsagabia, que veían como “reformista” y “liquidacionista”.

Según el documento redactado por Pertur, ETA debía ceder la dirección de laizquierda abertzale a un nuevo partido político que se presentara a las elecciones y participase en el juego democrático. Dos de los cabecillas de los berezis eran Apala y Pakito, las últimas personas con las que se vio a Pertur, lo que resulta sospechoso, pues sus relaciones se encontraban muy deterioradas. Y es que, a finales de abril de 1976, tan solo tres meses antes, los Komando Bereziak habían secuestrado a Eduardo Moreno Bergaretxe aduciendo que había incumplido ciertas medidas de seguridad. Tenían la intención de juzgarlo y aplicar ellos mismos la pena que decidieran. Solo la decidida intervención del resto de lospolimilis se lo impidió. En una carta de Pertur a su familia se podía leer: “Estos bestias han creado un clima tal en la organización, que han transformado ETA en Euskadi norte, no en un colectivo de revolucionarios, sino en un estado policial donde cada uno sospecha del vecino y este del otro”.

La última noticia del líder político de ETApm fue un viaje en coche con Apala y Pakito.

Los berezis no pudieron impedir que las tesis de Moreno Bergaretxe salieran victoriosas en la VII Asamblea de ETApm. En consecuencia, poco después se fundó el partido EIA, que se presentó a los comicios del 15 de junio de 1977 bajo la cobertura de la coalición Euskadiko Ezkerra (Izquierda de Euskadi), que obtuvo dos parlamentarios. Fue el inicio de una evolución templada y posibilista que, encabezada por Mario Onaindia, llevó a los euskadikos desde el independentismo intransigente de sus orígenes a un nacionalismo heterodoxo, integrador y autonomista. Esa moderación hubiera sido imposible sin los cimientos teóricos que Pertur había diseñado en 1976.

Gracias a un acuerdo entre EE y el Gobierno de Adolfo Suárez, que garantizaba la reinserción de sus miembros, una facción de ETApm se disolvió en 1982. Otra, la de los octavos, se aferró a la vía del terrorismo hasta que sus integrantes fueron detenidos o se pasaron con armas y bagajes a ETA militar, la única rama que queda, como hicieron Francisco Javier López Peña, Thierry, y Arnaldo Otegi. Allí se encontraron (o reencontraron) con los antiguos berezis, que se habían integrado en ETA militar en 1977.

Cuando a principios de 1978 la familia Moreno Bergaretxe acusó públicamente a los berezis de haber matado a Pertur, ETA militar tachó sus declaraciones de “calumnias” que perseguían “sembrar en el Pueblo Vasco la desconfianza frente a ETA”. No obstante, esta rama de ETA ha sido la única que ha asesinado a quien consideraba “traidor” a su causa: Ignacio Olaiz Michelena en octubre de 1978; Joaquín Azaola Martínez, Jokin, en diciembre de ese mismo año; Tomás Sulibarria Goitia, Tomi, en junio de 1980; José Luis Oliva Hernández, en enero de 1981; Miguel Francisco Solaun Angulo, en febrero de 1984, y Dolores González Katarain, Yoyes, en septiembre de 1986. Además, en junio de 1980 José Miguel Etxeberria Álvarez, Naparra o Bakunin, un destacado dirigente de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, desapareció tras una cita con la dirección de ETA militar en San Juan de Luz, lo que llevó a los autónomos a denunciar que se había repetido el caso Pertur.

ETA Militar tachó de “calumnias” acusar a sus comandos especiales de haberle liquidado.

Si bien hay bastantes indicios que apuntan en esa dirección, tampoco faltan otros en la contraria. Por ejemplo, Ángel Amigo ha defendido en varios documentales la culpabilidad de unos neofascistas italianos que habrían actuado por encargo de un sector ultra de la policía. Pese a la novedad de alguno de los testimonios que aportan esas películas, no hay nada concluyente en ellas. También fracasó la reapertura de la investigación judicial en 2008, que acabó siendo archivada cuatro años después. Tras cuatro décadas, seguimos sin pruebas sólidas. Sencillamente no sabemos qué fue de Pertur. Solo que desapareció. La única forma de resolver el crimen es que confiesen sus responsables. Quizá sea una ingenuidad, pero, por el bien de la familia, al menos deberían indicar el paradero del cadáver, como ha ocurrido en casos similares en Irlanda del Norte.

Eduardo Moreno Bergaretxe fue víctima de la violencia a la que pretendía poner freno. En ese sentido, su diseño político resultó crucial para posibilitar la evolución de EE y el fin de ETApm. Nos encontramos, pues, ante una figura clave en la dramática historia reciente del País Vasco: sin él, hubiera sido aún más dramática. Esas son sus luces, pero no hay que ocultar sus sombras ni beatificarlo: formaba parte de la dirección de una banda terrorista que extorsionaba, secuestraba y mataba. Pertur era una apócope de “perturbador”. Fue, a la vez, víctima y victimario. Se trata de uno de esos personajes fascinantes, complejos, multifacéticos, contradictorios e incómodos que nos obligan a huir de las versiones simplistas y maniqueas de la historia.

Gaizka Fernández Soldevilla es historiador y autor de La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA (Tecnos, 2016).