LUIS VENTOSO, ABC – 12/07/15
· El paisaje político algo tiene que ver con el televisivo.
Los periódicos han perdido difusión en sus ediciones de papel, pero conservan una enorme influencia, porque continúan escribiendo el guión del día y levantando la mayoría de las exclusivas relevantes. Simplemente siguen siendo las únicas organizaciones informativas que se permiten el lujo de mantener a profesionales altamente cualificados liberados durante días perdiendo el tiempo –es decir, ganándolo– en busca de una noticia de valor.
Los periódicos piensan, buscan y ordenan. Esos tres verbos los mantienen vivos, amén de su espectacular segunda vida en internet, donde unas audiencias millonarias acreditan su vigencia. Queda pendiente la batalla de una mayor rentabilidad en los nuevos soportes, porque todavía no se ha revertido la subcultura de la gratuidad, pero los periódicos la ganarán, porque donde habita la audiencia se halla también el negocio.
Pero aunque todavía empuñan la batuta del debate político e intelectual, los periódicos se dirigen a una élite, a personas con unos intereses por encima del común. No son tan masivos como la televisión, que conforma el criterio de la multitud. Los españoles dedican casi cuatro horas al día a ver la tele. Con lo que allí les cuentan, en informativos, tertulias y debates de política-espectáculo, van asentando su opinión, que luego se traduce en sus decisiones electorales.
En las últimas elecciones sucedió un hecho significativo y poco comentado. El programa especial de TVE, tradicionalmente hegemónico en las grandes citas electorales, fue doblado en audiencia por el más visto. ¿Y cuál fue el más seguido? Pues el especial de una televisión ideológica, que se posiciona con nitidez en la izquierda y mantiene una rotunda línea editorial contra el PP, lo cual es legítimo en una cadena privada de una democracia. Esa cadena, La Sexta, obtuvo un 16% de audiencia esa noche, frente a un 8% de La 1.
En los rankings mensuales, la cadena más vista es Telecinco (15,4%), de capital italiano de derechas (Berlusconi) y discurso más bien de izquierda en España. La segunda es Antena 3 (13%), de un centro derecha modulado, ligero. La 1 ha caído al 9,9%. Lo notable es que dos televisiones militantes de izquierdas, La Sexta y La Cuatro, están acercándose ya a los ratios de La 1, con un 7,6% y un 7,3% (sumadas le sacan cinco puntos). El noticiario cómico que presenta el Gran Wyoming, que basa casi todo su sarcasmo en despellejar a Rajoy, hace sombra a los Telediarios de la 1.
Dejar que se desmoronase la televisión pública fue un error de los Gobiernos de Zapatero y Rajoy, pues en un país amenazado por la propaganda separatista un canal público pasa a constituir un instrumento vertebrador, clave para ofrecer un discurso alternativo de concordia (la España solidaria).
El singular mapa televisivo español, con más cadenas de izquierda que derecha entre las cinco más vistas y peso estelar del capital foráneo, no es ajeno a la aproximación naif al sector que hizo alguna lumbrera del equipo de Rajoy. El nuevo paisaje político, la anomalía de ser el único gran país de Europa con alcaldes comunistas en sus dos mayores ciudades, no es ajeno al paisaje televisivo.
LUIS VENTOSO, ABC – 12/07/15