Cuentas, cuentos

JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 11/08/13

Juan Carlos Girauta
Juan Carlos Girauta

«La nueva lotería tiene los mismos visos de despertar entusiasmo que el resto de tanques hinchables con que juega Mas»
«No es imposible que para pagar el gordo tenga que emitir bonos basura patrióticos»

¿ Debo apostar al Gordo catalán, el Gordo soberanista, nuevo y emocionante avance en la erección de estructuras de Estado? Por un lado, ganar la Grossade Cap d’Any (Gordo de Fin de Año) me proporcionaría un indescriptible placer: a la lluvia de dinero se uniría la conciencia (se me eriza el vello con solo imaginarlo) de que el cuerno de mi abundancia es el mismo cuerno nacionalista que se me viene clavando en el costado. Por otro lado, la nueva lotería tiene los mismos visos de despertar el entusiasmo ciudadano que el resto de tanques hinchables, digo estructuras de Estado, con que juega Artur Mas.

No vaya a ser yo al final el único que apuesta, yaver de dónde saca Mas para pagarme los veinte mil euros por euro, o sea, los diez millones (puesto a jugar, voy a jugar fuerte). De dónde sa ca Mas patanto como dest a caes cosa sa bi da: de la deuda. No es imposible que para pagar el premio gordo tenga que emitir otros bonos basura patrióticos. Y cuando ya estoy a punto de optar por la Lotería Nacional de verdad, la que se remonta a Carlos III, la que luego inauguró el sorteo de Navidad en Cádiz en 1812, nada menos, leo que con la Grossa se atenderá a la infancia. Como en Cataluña hay 50.000 niños malnutridos, es obligado comprarla, me digo. Entonces, oh, veo la frase textual de Mas: «Una parte del dinero de los décimos servirá para ayudar, por ejemplo, a la infancia del país». Oración que siembra todo tipo de dudas: ¿Qué parte del dinero? ¿Debe ayudar a los niños la Administración o más bien atenderlos? ¿Significa ese «por ejemplo» que el dinero se dedicará en realidad a lo que a él se le antoje? ¿Qué país?

La magia de proximidad con billetes, monedas, títulos, pasta en general, es una especialidad de CiU. No estoy pensando en los afamados casos Palau y Pallerols, con sus resoluciones judiciales que consideran a la «C» y ala «U», respectivamente, responsables a título lucrativo. Pienso en un éxito más reciente: ¡Saltarse los Presupuestos! Y si la doctrina sostiene que se trata de la ley más importante del año, peor para la doctrina. 2013 será un paréntesis democrático: el uso de los recursos públicos no se podrá fiscalizar en Cataluña, las prioridades en el gasto permanecerán ignotas, los recortes no ocasionarán costes políticos porque no habrá que defenderlos. Y cuando sus efectos se vayan produciendo, put the blame on Mame, boys: España nos roba.

Lo que perderá a Artur Mas e s que, ante los problemas, no descarta ninguna solución, sin importar el lado de la ley y de la decencia democrática en que tal solución le sitúe. Su principal lastre, ERC, es al mismo tiempo su botella de oxígeno. Los repu-blic a nos pusi eron como condición un déficit del 1,9 %, una décima por encima de lo que Mas asegura haber propuesto a Rajoy. La única forma de que ERC ceda es que el Estado pague la totalidad de su deuda con Cataluña, cuento que ignora al Fondo de Liquidez Autonómico y que, por incluir, incluye hasta el lucro cesante (lo que habría ingresado Cataluña con su abortado impuesto sobre la banca). Con CiU sin mayoría suficiente para aprobar las cuentas, lo suyo sería la dimisión del president o las elecciones anticipadas. Ahí es cuando Mas atiende los susurros de los aprendices de bruj o que tiene por con sejeros y descubre su enésimo comodín: pr orróguense las cuentas de 2012, recúrrase el reparto del déficit y anúnciese para 2014 una batalla «durísima». Como su cara.

JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 11/08/13