ABC – 21/06/15 – JON JUARISTI
· No puede ser aleatoria tal concurrencia de frikis en el gobierno municipal de Madrid.
No sigo día a día la evolución del diccionario de la RAE y por eso creía que Félix de Azúa iba a lucirse en su primera faena como flamante académico proponiendo la introducción de la voz friki en el español canónico, pero resulta que está admitida tiempo ha por la venerable institución. O sea, que no me salgo de la corrección léxica si escribo «no puede ser aleatoria la desmesurada concurrencia de frikis en el nuevo gobierno municipal de Madrid». No tengo que dar al palabro un trato tipográfico especial, y me ahorro así el chorreo de los que me reprochan pasarme de frenada en el uso de la cursiva.
A la alcaldesa Manuela le gusta más la expresión «jóvenes airados», traducción algo rancia del inglés AngryYoungMen, rótulo a su vez de aquella banda de escritores británicos borrachuzos de los años cincuenta, capitaneados por el entonces futuro premio Nobel Harold Pinter, que se ganó el puesto gracias a la feliz conjunción en su nombre del de su epónimo, el último rey sajón de Inglaterra derrotado y muerto en 1066 por Guillermo el Conquistador (de Normandía, no Brown), y del apellido Pinter, que viene de pint o imperial pint, la medida de capacidad más popular en los pubs ingleses. Vamos, como llamarse Pepe Botella en España (Pepe, no Ana).
Eso de comparar implícitamente al Antisemita Juntacadáveres, a la Comecuras Nudista de Somosaguas, a la Autodenominada Bollera Feminazi, a Soto el Guillotinas o al Empalador García con los Pinter, Osborne, Kingsley Amis y compañía me parece de un pretencioso subido. Tampoco sería acertado el parangón surrealista. Es cierto que a los surrealistas les iba también el humor negro, que eran fogosos antisemitas, como los de Podemos y sus patrocinadores chavistas e islamistas, y que hablaban de degollar a Anatole France y de disparar revólveres sobre la multitud. Carl Einstein (que se suicidaría en 1940, como Walter Benjamin, huyendo de los nazis) no perdonó a los surrealistas, y en particular a Breton y a Artaud, una violencia verbal que contribuiría decisivamente a la escalada totalitaria de los años treinta. Con todo, al contrario que los «jóvenes airados» de Manuela, los surrealistas sabían juntar palabras, aunque fuera jugando a los cadáveres exquisitos. Sabían que el humor negro, como el sueño, delata los deseos reprimidos. Y sabían, porque habían leído a Freud, que la expresión del deseo de empalar a Toni Cantó encubre por lo general el de ser empalado por el propio Toni Cantó.
Yo creo que a la colección de frikis de Manuela no hay quien la redima. Creo también que la alcaldesa de Madrid lo sabe, y que por eso ha nombrado coordinador general de la alcaldía (o sea, Luca Brasi) a un técnico, Luis Cueto Álvarez de Sotomayor, que ha trabajado con gobiernos socialistas y populares. También a mis órdenes, en el Instituto Cervantes, donde me fue de gran utilidad. Era un organizador eficaz y un podador implacable, nada sentimental, de los que siempre hacen falta. Lo recuerdo como pura racionalidad burocrática, weberiana, sin afectos profundos (si yo fuera un concejal de Ahora Madrid, empezaría a preocuparme…).
La conversión de Cueto al populismo data de las acampadas del 15-M en la Puerta del Sol, a la que acudió acompañando a una pionera de la cosa, su hija adolescente. Salió por la tele jactándose de sus simpatías por el movimiento. Así y todo, el ministro De Guindos lo mantuvo en su cargo (subdirector de Fomento de la Innovación Empresarial) como mano ejecutora de la secretaria de Estado de Innovación, la zapaterista Carmen Vela. En fin, que la genealogía de Podemos es más florida de lo que parece y ha contado hasta ayer mismo con padrinazgos realmente curiosos.
ABC – 21/06/15 – JON JUARISTI