IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Sin duda alguna, la señora Yolanda Díaz es una gran sindicalista, una fragua en la que se ha forjado un espléndido currículum, que le ha empujado hasta la Vicepresidencia Segunda del Gobierno. Pero por el camino se ha olvidado que ya no es la estrella de los mítines, ni está en la primera línea de la manifestación sujetando la pancarta reivindicativa. Es, como le digo y ya sabe, la vicepresidenta segunda del Gobierno. Lo cual, y entre otras cosas, le obliga a dejar los exabruptos en casa y a utilizar un lenguaje correcto y preciso. Ayer se salió claramente de la norma cuando lanzó este contundente mensaje: ¡Hay alguien que se está forrando! Quién, cómo, por qué y cuánto son precisiones que no se tomó la molestia de desplegar. No tenía ni tiempo, ni ganas. Obviamente, todos sabemos que se dirigía a los empresarios, así en bruto, en genérico, sin detalles ni matices.

Es curioso, pero es una evidencia estadística que el primero de la lista de los ‘forrados’ es el propio Estado que ella administra (?) y que es quien más se beneficia de la aplicación de unos impuestos proporcionales que gravan a una inflación rampante. El exceso de recaudación se ha calculado -sin que nadie lo haya desmentido-, en 33.000 millones. Además, y mientras no se demuestre lo contrario, el mecanismo más eficiente para limar precios y que menos contraindicaciones provoca -con carácter general y en el largo plazo-, es la libertad del mercado. Desde luego, mucho mejor que la intervención de precios en la que, con tanta fe como desconocimiento de la historia, tanto confía y propone cada cierto tiempo.

Sus declaraciones de ayer se hubieran entendido bien en un mitin de Ezquerda Unida (Partido Comunista, su partido) y hubieran sonado a música celestial en su despacho de abogada laboralista de Ferrol, pero chirrían puestas en la boca de toda una vicepresidenta del gobierno del Estado. Podía haber dicho que los empresarios se ocupan de crear empleo, pero no lo dijo. Podía haber mencionado que los empresarios se dedican a la inversión productiva, pero no lo dijo. Podía haber dicho que los empresarios aportan montañas de dinero a las arcas públicas para sostener sus progresistas políticas sociales, pero no lo dijo. Podía haber recordado que en 2022 las quiebras empresariales españolas han aumentado el 56,4% con respecto a los meses previos de la pandemia. Pero no lo dijo. Ni siquiera dijo que iba a liberalizar los mercados para que el aumento de la oferta luchase contra la subida de precios que, según ella ‘forra’ a los empresarios. No, solo dijo que se forran.