IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • El PSOE, que llegó al poder apelando a la corrupción del PP, postula indultar a Griñán

El escándalo de las tarjetas ‘black’, que llenó ríos de tinta, consistió en un total de 12 millones de euros que Caja Madrid/Bankia puso a disposición de sus directivos de forma opaca. De ese monto total, sólo 2,4 millones correspondieron a los años en los que Rodrigo Rato estuvo al frente de la entidad. Y, de estos últimos, él gastó exactamente 54.000 euros, que después devolvió en su integridad a la firma bancaria. La trama no la diseñó él. Procedía de Blesa. Rato se limitó a mantenerla a espaldas de Hacienda. Fue su conocimiento de esa ilegalidad en lo que se basó su condena a cuatro años y medio de prisión, de los que dos los ha cumplido en Soto del Real y los otros dos y medio los cumple hoy en su domicilio bajo control telemático. Rato tiene 73 años, tres menos que Griñán, pero nadie ha dicho de él que es un hombre bueno. Tampoco seré yo quien lo diga. Ni lo conozco ni creo que la bondad sea una virtud que cotice en el medio político. Pero no puedo evitar acordarme de su caso y de otros parecidos ante el cierre de filas que se produce estos días en torno al expresidente andaluz. No hablamos de 54.000 euros, que luego fueron devueltos, sino de 680 millones que se dan por perdidos. No se le ha condenado por tener conocimiento de la trama de malversación, sino por ser quien la diseñó. No se trata de un caso de elusión fiscal de un dinero procedente de un banco, sino de unos fondos públicos destinados a los parados.

Leo un artículo que se explaya en la tristeza de Griñán, como si ésta constituyera una excepción y hubiera convictos que celebran su pena de cárcel. Leo otro que no sólo lo califica de hombre bueno, sino también de intelectual. Y leo también esas declaraciones de Felipe González en las que afirma que lo volvería a nombrar ministro y en las que no sólo observo solidaridad con un compañero de partido, sino un gesto de desafío a la propia legalidad constitucional. Un gesto que me hace recordar que el origen de lo que hoy nos trae el sanchismo está en el mismo felipismo; en aquel mitin a las puertas del penal de Guadalajara en el que Vera y Barrionuevo recibieron el apoyo de 6.000 militantes que les jaleaban encabezados por toda la cúpula socialista… Y por el propio Felipe.

La cultura del desafío, sí. Postula estos días el indulto a Griñán un PSOE que llegó al poder con una moción de censura que se justificaba en el castigo inclemente a la corrupción del PP y que se apoyaba en unos partidos -Podemos, ERC, Bildu…- que no son precisamente angélicos. No es casualidad. Hay algo que tiene en común el PSOE con todos ellos y es esa cultura del reto al Estado unida a la desfachatez de intentar rompernos el corazón hablándonos de hombres buenos.