Luis Ventoso-ABC
- Conforta ver que en otros países europeos todavía no tragan con todo
España. El presidente incurre en plagios en su tesis doctoral. Da igual. El ministro del Interior miente con descaro en el Parlamento. Da igual. El Gobierno coloca a un apparatchick del PSOE en el instituto público de sondeos para que cocine fantasiosas encuestas a su favor. Da igual. El Gobierno acosa a los jueces y el vicepresidente directamente los insulta. Da igual. El presidente enchufa a su mejor amigo inventándose un buen cargo para él. Da igual. El vicepresidente anima caceroladas contra el jefe del Estado. Da igual. El Gobierno coloca a una ministra del PSOE como fiscal general del Estado y el presidente se jacta de que ese órgano está sometido a él. Da igual. El Gobierno de España
mantiene una mesa de diálogo con partidos antiespañoles que le exigen la «autodeterminación» de Cataluña. Da igual. El Ejecutivo del PSOE, partido que vio cómo once de sus militantes eran masacrados por ETA, acuerda la derogación de la reforma laboral con Bildu, formación heredera del grupo terrorista que mató a aquellos mártires del constitucionalismo. Da igual. El Gobierno omite a más de 20.000 españoles en sus cifras oficiales de muertos por coronavirus, ofendiendo así su memoria y a sus familias. Da igual. Sobre el vicepresidente planea en los juzgados un vidrioso caso que lo sitúa borrando la tarjeta del teléfono de una antigua colaboradora. Da igual. España es el país desarrollado con la economía más castigada por el virus, según la OCDE, con un desplome del PIB del 23,3%. Da igual. En la España del supuesto «escudo social» hay largas colas ante los comedores benéficos. Da igual.
España ha perdido su capacidad de reacción ante los desafueros del poder. Si lo hace la izquierda, todo da igual. ¿Cuál es la razón de esta anestesia de las conciencias? Pues que la política se ha convertido en una cuestión cuasi religiosa, que no admite una evaluación factual. El llamado «consenso progresista» domina la vida pública y mediática. El Gobierno vive por y para la propaganda, ha sabido okupar las televisiones y su discurso llega al público mucho más amplificado que el de los pocos francotiradores de la libertad que resisten. Los abusos y malas prácticas se van sobreponiendo, en una carrera tan vertiginosa que parece que ya nada importa.
Pero estas tragaderas lanares no son normales. Suponen una anomalía española, que debilita al país. Una sociedad que comulga con ruedas de molino y orilla la crítica al poder no está sana. ABC publicó ayer una exclusiva sobre el pago en 2010 de 3,5 millones por parte del chavismo al Movimiento Cinco Estrellas, partido populista-antisistema italiano, que entonces nacía y hoy cogobierna Italia. ¿Qué pasó? Nada más conocer la noticia de este periódico, los tres principales rotativos italianos -«Corriere», «La Repubblica» y «La Stampa»- abrían sus web con ella. La información copó además la mañana televisiva. Pongámonos en la hipotética situación de que un periódico italiano hubiese publicado una exclusiva dando cuenta de pagos del chavismo a Podemos. ¿Qué habría pasado en España? Nada. Una anécdota más en el país donde todo da igual.